Dos meses se mantuvo la familia Evdokimova alejada de su hogar en Donetsk, todo para evitar los enfrentamientos armados. Ahora han vuelto con sus cinco hijos y se dan cuenta que la vida aquí es todo menos pacífica.

El rugido del bombardeo irrumpe una y otra vez, mientras que Valentina Evdokimova está sentada en el patio de su casa. “Ahora mismo oímos estallidos de todas las partes. Tuvimos la esperanza que todo estuviese en calma. Por eso volvimos con nuestros hijos”, dice. “Retornamos hace una semana. Y durante los últimos días ha habido un bombardeo continuo. Se puede hablar de todo menos de una tregua”.

En la cercanía de la casa hay comerciantes que caminan en medio de las ruinas de una plaza comercial. Seis personas murieron aquí el pasado lunes a causa del impacto directo de un mortero, que llegó a prender fuego a los puestos de mercado. El ataque fue de naturaleza indiscriminada, dado que el barrio residencial se encontraba en medio de la batalla por el aeropuerto de Donetsk. La suerte fatal se repitió el miércoles, cuando un mortero volvió a impactar en el mismo lugar.

Una joven sale de un edificio casi completamente destruido. Se detiene en la parada de autobuses y el fuego de artillería vuelve a interrumpir con su ruido la atmósfera. “Es como música”, bromea mientras que sigue esperando la llegada del siguiente transporte público.

Los escolares se alojan en refugios húmedos e incómodos

No todo el mundo lo toma con humor. Hay familias que han escogido como lugar para pernoctar un colegio cercano, para evitar los morteros y las explosiones. La institución de educación se encuentra cerrada en estos días y ha sido repetidas veces bombardeada. Los padres no quieren enviar ahora sus hijos al colegio. Una flecha delante en la entrada indica a los que llegan al colegio la dirección de los refugios subterráneos. Los estudiantes pasan las noches aquí, dónde todo es oscuro, húmedo y muy incómodo.

Los enfrentamientos se expanden más allá de el área del aeropuerto. En el distrito de Petrovskyi, al sur de la ciudad, hubo por ejemplo fuertes intercambios de fuego hasta el mediodía del miércoles.

Son los civiles los que pagan el precio de esta cruenta batalla, que nadie sabe a dónde va a llevar. Valentina Evdokimova está sobre todo preocupada por lo que le pueda ocurrir a su familia. “Gracias a dios que nuestra casa no ha sido destruida aún”, apunta, “pero no sé lo que va a ocurrir dentro los próximos cinco minutos. Oímos de manera constante el impacto de la artillería. Los niños están traumatizados, cada sonido les asusta”.

Un futuro incierto

A pesar de todo, la opción de volver a partir no se presenta realmente. Hace tiempo que no se pagan sueldos ni pensiones. Solo un pequeño número de negocios sigue operando como si nada pasase. Valentina probó suerte un día y se aventuró a comprar ropa de invierno, solo para encontrarse con casi todos las tiendas cerradas.

El peligro de que la batalla llegue a las zonas residenciales crece con cada día, a pesar de la tregua del fuego. En la población se presiente que los rebeldes prorrusos estan dispuestos a tomar toda la provincia Donbass. Cosa que el gobierno ucraniano no pretende tolerar. Así que habrá más enfrentamientos y más fuego de artillería.

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