Los turkana, los samburu y los pokot son tribus enemigas del norte de en continua tensión, sin embargo un campeonato de fútbol organizado por una ONG española está logrando acotar la rivalidad al terreno de juego para avanzar en su reconciliación.

El Campeonato de Fútbol África Digna acaba de celebrar su segunda edición en el remoto poblado de Barsaloi, y ha enfrentado a cuatro equipos por un premio: 40 camisetas donadas por el Fútbol Club Barcelona.

Los jugadores, acostumbrados a pastorear con un fusil Kaláshnikov en mano para proteger a su ganado, resuelven sus tensiones en el campo y buscan la victoria desde el respeto al rival, porque hay dos trofeos en juego: uno para el ganador y otro para el equipo con más “fair play”.

“Lo que pretendemos es armonizar las relaciones entre las diferentes tribus que viven en esta región, transmitir valores como el respeto a partir del deporte”, explica a Efe Jorge Mas, director de la ONG África Digna, responsable de la iniciativa.

La dureza de las plantas de sus pies son el mejor calzado con el que cuentan los jugadores, acostumbrados a caminar durante todo el día en busca de pasto.

Los niños de la región de Samburu son circuncidados entre los 12 y 15 años. Es entonces cuando adquieren estatus de guerreros, cambian su semblante por el de alguien temido y se hacen cargo de la custodia de los animales más valiosos, las vacas.

Las tribus se roban las reses unas a otras de forma violenta, especialmente en la época en la que se pide matrimonio a las mujeres, ya que el ganado es la dote que se ofrece para conseguirlo.

“Hasta hace tres años los guerreros llevaban machetes para defender su ganado, y ahora llevan Kaláshnikov. La rivalidad entre las tribus ha dejado ya muertos y heridos de bala”, cuenta a Efe la presidenta de la citada organización catalana, Mercedes Barceló.

La vida muestra su aspecto más salvaje en la árida sabana de Samburu, donde varios carteles de las misioneras de Santa Teresita, entidad que ejecuta sobre el terreno los proyectos de África Digna, inciden en la misma idea: “caminando juntos tendrán más éxito”.

El campeonato es el acontecimiento de los últimos meses en esta inhóspita región. El fútbol ha congregado a mujeres, ancianos y niños, todos ellos pendientes del juego bajo la sombra de las acacias africanas.

Los niños juegan en las inmediaciones y traspasan los límites del campo, líneas blancas pintada sobre la tierra ocre, tan vulnerable como la vida en el norte de Kenia.

Este año juegan cuatro equipos: Opiroi, Barsaloi, Suyan-Juniors y el equipo que lleva el mismo nombre que la copa, África Digna, y que lo forman los estudiantes locales becados por la ONG.

“Es bueno para nosotros jugar en comunidad, nos une”, apunta Justice Leorto, jugador del equipo .

Como novedad, este año han organizado también un torneo de voleibol en el que participan dos equipos. Las mujeres han reclamado formar parte de este juego intercesor y el próximo año “habrá un campeonato de voleibol femenino”, adelanta el director de la ONG.

El sol cae en la sabana y ya hay un ganador: el equipo de estudiantes becados. Otros dos equipos se han repartido el premio al juego limpio por un empate de tarjetas.

El fútbol ha demostrado que la relación entre las tribus puede ir más allá de las peleas. Durante los cuatro días en los que prolonga el campeonato, las comunidades rivales dejan su enemistad fuera de juego para solucionar sus diferencias a patadas con el balón.

(Fuente: EFE)


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