Los hechos ocurrieron en el Centro de Entrenamientos Joaquim Grava y obligaron a la dirección del Corinthians a llamar a la policía para desalojar a los aficionados más exaltados.

Los hinchas rompieron una cerca metálica e invadieron la cancha en que los jugadores del Corinthians se entrenarían, así como el gimnasio en que trabajarían.

Los aficionados, insatisfechos principalmente por la goleada por 5-1 que el Corinthians encajó en su visita al Santos, exigieron hablar con algunos de los jugadores, pero la dirección del club prefirió no exponerlos a riesgos y resguardarlos en áreas más protegidas del centro de entrenamiento.

Mano Menezes, que suspendió el entrenamiento, se reunió con cinco representantes de los invasores, quienes protestaron por el bajo rendimiento del equipo en el Paulistao y atacaron principalmente a jugadores como Alexandre Pato y Emerson Sheik.

La policía, convocada por el Corinthians debido a la invasión y a que algunos empleados del club dijeron haber sido robados durante el incidente, convencieron a los aficionados a abandonar pacíficamente la instalación y a ponerle fin a la protesta.

EFE