El brasileño Diego Ribas, cedido por una temporada desde el Wolfsburgo alemán al Atlético de Madrid , afronta en España su última oportunidad en el fútbol europeo, en el que las dos últimas temporadas, incluido un irrelevante paso por el Juventus en 2009-10, han devaluado sus indudables condiciones futbolísticas.

Llamado a ser una estrella del fútbol mundial, hace apenas tres años, cuando lideraba el juego ofensivo del Werder Bremen, cuando promediaba casi trece goles por temporada en la Bundesliga y cuando media Europa estaba interesada en su fichaje, incluido el Atlético, su polémica personalidad y un rendimiento por debajo de las expectativas le relegaron a un papel secundario.

No triunfó hace dos años en el Juventus, que pagó 24,5 millones de euros por su traspaso desde el Werder Bremen, ni el pasado curso en el Wolfsburgo, que lo recuperó para la liga alemana por 15 millones y que ahora, una temporada después, no cuenta para el técnico Félix Magath.

En Italia jugó 46 choques entre Liga, Liga de Campeones y Liga Europa y logró cinco tantos, pero nunca asumió el liderazgo ni el papel decisivo que le reclamaba el club y la millonaria inversión para su fichaje desde el Werder Bremen, mientras que en Wolfsburgo disputó 30 partidos y marcó seis goles durante la pasada campaña.

Su salida del club alemán este verano era la única solución posible para el Wolfsburgo, con el que tiene contrato hasta 2014, y Diego, que también ha perdido en el último año todo su protagonismo en la selección brasileña, en la que ha pasado de doble campeón de la Copa América a ni siquiera entrar en las convocatorias.

Ahora, a sus 26 años, el Atlético le ofrece una nueva oportunidad. Necesita reivindicar su talento, sus cualidades y su indiscutible capacidad técnica bajo la mirada del balompié europeo y debe recuperar el crédito que se ganó a golpe de fútbol, de pases, de regates y de goles durante tres años en el Werder Bremen.