Argelia y Rusia se enfrentaban en un duelo de infarto en Curitiba por el Mundial Brasil 2014. Los dos tenían opciones de pasar a octavos y luchaban por la segunda plaza mirando de reojo al encuentro que disputaron Corea y Bélgica. El empate bastaba a los africanos siempre que los asiáticos no golearan, mientras que los hombres de Fabio Capello tenían que ganar sí o sí. No había otro resultado posible para ellos.

El técnico italiano sabía que no podía fallar. Es el seleccionador del Mundial que más cobra, con un salario de 9’6 millones de euros. Su paso por los banquillos de selecciones no ha sido nada bueno. Con Inglaterra fue eliminado en octavos de final en el Mundial de Sudáfrica y apenas logró nada más interesante que pasar la fase de grupos de aquella competición.

Necesitaba amortizar ese sueldo. Demostrar con Rusia que puede dirigir a un país y, sobre todo, justificar ese dineral con una clasificación a octavos de final, lo mínimo exigible en un grupo con Bélgica con su papel de favorita y Argelia y Corea del Sur como candidatos a destronar a sus muchachos del segundo puesto.

Por eso, sus jugadores saltaron al césped a toda velocidad. Sorprendiendo a un equipo que anteriormente enseñó justo esa cualidad. Bélgica y Corea la sufrieron, pero ahora eran ellos las víctimas.

Ese arranque ruso fue muy efectivo y Capello consiguió lo que quería muy pronto, en el minuto seis, gracias a un gol de Kokorin, pero en el segundo tiempo (60’), Slimani puso el empate final.