Inglaterra empezó a ser reconocida como potencia mundial a partir de su título conseguido en su tierra, ante los ojos de la reina Isabel I y de millones de fanáticos ingleses pendientes dentro y fuera del estadio de Wembley.

El capitán de aquella histórica selección inglesa, Bobby Moore, fue el encargado de recoger la copa Jules Rimet de manos de la monarca Isabel, tras el triunfo del ‘equipo de la rosa’ sobre la República Federal de Alemania por 4-2, con polémico gol de Geoff Hurst; anotación que hasta hoy se discute.