Yelena Isinbayeva, la atleta más carismática del último decenio, puso un remate de oro a su gloriosa carrera deportiva con su tercer título mundial de pértiga en una final que congregó a más de 40.000 espectadores en el estadio Luzhnikí.

Un salto limpio de 4,89 metros, ejecutado al primer intento, fue la marca ganadora que permanecerá para la historia ligada al adiós de la “Zarina”, aún cuando haya dejado la puerta entreabierta a un posible regreso.

Como en los Juegos de Londres, la amenaza para Isinbayeva procedía del continente americano: la estadounidense Jennifer Suhr, campeona olímpica; la brasileña Fabiana Murer, campeona mundial, y la cubana Yarisley Silva, líder del año con 4,90 y autora de los cinco mejores saltos de la temporada.

Isinbáyeva ha protagonizado una despedida acorde con su elevado rango, después de sus fracasos en los dos últimos Mundiales. En los últimos – Daegu 2011 – sólo fue sexta. En los anteriores – Berlín 2009 – no fue capaz de hacer un solo salto válido en la final. Sus títulos mundiales databan de Helsinki 2005 y Osaka 2007.