El City se mostró nervioso desde el inicio del duelo, vital para mantener sus opciones al título, y esa ansiedad propició que Vincent Kompany derribara a Jelavic y saliera expulsado en el minuto nueve.

Con diez futbolistas sobre el campo, el City tenía un duro trabajo ante ellos, si bien David Silva despejó el camino apenas cinco minutos después con un lejano tiro envenenado que se coló en la red de Allan McGregor.

A partir de ahí, el City se mostró como un equipo conservador de lo habitual. Dadas las circunstancias, a los de Pellegrini solo les interesaba sacar el partido adelante y asegurarse los tres puntos.

El equipo de Manchester renunció a su carácter atacante que muestra habitualmente en la Premier y tendió a encerrarse en su campo a la espera de las llegadas de los locales.

Al inicio del segundo tiempo, el Hull había disparado diez veces, por tan solo dos del City; una de ellas el tiro de Silva que significó el 0-1.

A pesar de la ventaja, el City continuaba mostrando signos de ansiedad: Fernandinho encaró en solitario a McGregor a veinte minutos del final, pero, con el portero vencido, erró el tiro y envió el balón desviado a la derecha.

También Dzeko tuvo opción de liquidar el partido a diez minutos del final. Falló en la definición, pero poco después, con el noventa casi cumplido, supo aprovechar un pase raso cruzado de Silva para superar, esta vez sí, a McGregor y firmar el 0-2.