anotó el gol que dejó el 1-1 en el en el tiempo regular y el alargue y cerró la tanda de penales con la ejecución del quinto y último (5 a 4), desatando una euforia incontenible entre los 63.000 torcedores que completaron el Maracaná.

Apenas anotó el gol definitorio, el menino se deshizo en lágrimas, como descargando la enorme presión que soportó sobre sus espaldas luego de los sucesivos fracasos de la Selección de Brasil en solo dos años, con la cuenta de su Mundial 2014 y las Copas América de Chile 2015 y Estados Unidos 2016.

Y de todas las medallas en juego, la del fútbol masculino era la más deseada para los 200 millones de brasileños en , que la necesitaban como un bálsamo para calmar las heridas del humillante 7 a 1 que le propinó Alemania hace dos años en el estadio Mineirao.

AFP