es uno de los entrenadores más queridos del mundo. No vamos a decir “queridos y odiados” porque pocos o casi nadie podría decir que lo odia. Todo hincha del buen fútbol le agradece al argentino su sistema de juego, ese que nos gusta, de ataque, velocidad, presión y siempre buscar el arco.

Bielsa es ese técnico que quedará en la historia. Muchos entrenadores han copiado sus métodos de trabajo, su táctica y su manera de motivar al jugador. Ejemplos sobran y quizá Jorge Sampaoli sea uno de los casos más emblemáticos.

En fin, que el tema central es ¿por qué le dicen ‘Loco’ a Marcelo Bielsa? Aquí va la historia, recogida del sitio https://www.kaisermagazine.com

“Entre las muchas historias que circulan en torno a la figura del técnico argentino, hay una que destaca sobre las demás. Pongámonos en contexto, Marcelo Bielsa, un barra brava enfurecida y una granada de mano. Mucho ha llovido desde que Marcelo Bielsa entrenase a Newell’s Old Boys y se adjudicase el Campeonato de Primera División en la temporada de 1991, para luego sumar a su recién estrenado palmarés el Torneo Clausura. La afición leprosa estaba feliz, el equipo respondía con títulos a una hinchada entregada y Bielsa arrancaba su periplo en los banquillos con buen pie. Quizás por ello, las esperanzas puestas en la que era la tercera Copa Libertadores que disputaba el equipo eran enormes.

Un equipo formado, entre otros, por dos conocidos de la liga española (Eduardo Berizzo y Mauricio Pochettino) que asistió a una de las mayores derrotas del cuadro rosarino en su casa frente a San Lorenzo de Almagro. El marcador reflejaba un resultado impasible. Primero uno, luego otro… Así hasta mostrar un contundente 0-6. Los aficionados asistían a un espectáculo dantesco y observaban cómo su equipo era humillado con el paso de los minutos. El árbitro pitaba el final y el enfado de la barra brava llevó a un grupo de cerca de 20 integrantes a las puertas de la casa de Marcelo Bielsa. Con un trasfondo de gritos e insultos, empezaron a aporrear la puerta del entrenador rosarino. La respuesta fue el silencio. ¿Quién iba a salir a plantar cara a la barra brava?

La puerta continuaba recibiendo golpes, y entonces… se abrió. Al otro lado estaba Marcelo Bielsa, enfurecido y con una granada en la mano. “Si no se van ahora mismo, saco la espoleta y se la tiro”, dijo Bielsa. Se hizo el silencio. Toda la ira y el enfado que la barra brava que mostró al técnico de su equipo se desvaneció en un instante. Bielsa mantuvo la mirada y dio un paso al frente. La locura centelleaba en sus ojos. Era capaz de quitar la espoleta a la granada y lanzarla. Cada paso al frente del técnico rosarino era un retroceder más de los ultras. Nadie podía aguantarle la mirada a Bielsa, todos tenían los ojos fijos en esa granada que llevaba en la mano. “Podíamos esperar que saliera con una escopeta, pero nunca con una granada”, contó uno de los hinchas.