Consciente de que los locales se lanzarían en tromba al ataque en cuanto el árbitro anunciara el inicio del partido, el West Ham United plantó en las cercanías de su área un muro defensivo que desde el inicio fue el principal obstáculo para los de Pellegrini.

La mayoría de jugadas se iniciaban en los pies de David Silva o Yaya Touré, que gobernaban el centro del campo “citizen” y trataban de hallar espacios para conectar con el “Kun” y Edin Dzeko.

A pesar de la maraña de defensas del West Ham United que dificultaba el avance de los locales, el City lograba desbordar por las bandas y probaba sus opciones con tiros desde media distancia.

Dzeko obligó a Adrián San Miguel a salvar un disparo en el minuto 17, mientras que Touré lanzó un balón pegado al palo derecho instantes después.

El gol del City parecía ser cuestión de tiempo, con el West Ham resistiendo los embates continuos de los de Pellegrini, y cayó por su propio peso a cinco minutos para el descanso.

Como en tantas otras ocasiones esta temporada, Touré condujo el balón en la zona de tres cuartos, levantó la cabeza y vio a su izquierda a Nasri.

Casi sin transición, el francés sorprendió a la defensa visitante con un disparo desde fuera del área que Adrián solo pudo rozar con una mano y el balón rebotó en el palo antes de introducirse en su portería.

Con el partido encarrilado, los “citizens” celebraron el tanto en el córner junto con su afición como si ya hubieran conquistado el campeonato.

El segundo tiempo se inició ya como un mero trámite para dar paso a la fiesta en el Etihad.

El City no tardó más de cuatro minutos tras la reanudación en marcar el segundo, por medio de Vincent Kompany, que se hizo con un balón perdido en el área pequeña para rematar a placer a apenas un metro de la línea de gol.

Los “citizens” fabricaron diversas opciones con las que podrían haber sumado algún gol más, pero se conformaron con un marcador suficiente para dar paso en el noreste de Manchester a la celebración del título inglés.