La primera publicidad en el fútbol, una camiseta de River Plate con los colores de Boca Juniors y un zapato de balonmano gigante son algunos de los tesoros que guarda un museo de marketing deportivo que, desde el corazón de Buenos Aires, cuenta el “partido de las marcas”.

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“Es el primero, seguro, y tal vez el único museo de marketing deportivo del mundo”, afirmó a Efe Claudio Destéfano, periodista creador del “Templo del otro partido”, el recinto privado en el que expone, por ejemplo, la primera camiseta de fútbol del mundo con publicidad.

La mítica prenda con la imagen del licor Jagermeister, estrenada por los jugadores del club alemán Eintracht en 1977, está al alcance del invitado para que pueda tocarla, fotografiarse con ella y probársela, como el resto de las 1.700 camisetas que hay en el museo.

La sala tiene más de 15.000 objetos históricos, que recorren varios deportes y van desde camisetas de Lionel Messi y juegos de mesa con la cara de Diego Maradona, hasta prendas insólitas como una zapatilla de casi medio metro del jugador argentino de balonmano Jorge González.

“Todo lo que tengo, camisetas o piezas, tienen que ser históricas o tener alguna historia”, aseguró el periodista y contó que la idea es que en el “templo”, que abrió sus puertas hace cuatro años, empresarios y deportistas vean “el otro partido”, el de las marcas.

Entre sus perlas, el coleccionista guarda la prenda con la que Argentina debutó en el terreno de la mercadotecnia deportiva en el año 1967, cuando el equipo local Boca Juniors portó, por primera vez, una sudadera con el logo de Crush, una marca de gaseosa.

“Boca salía a la cancha, se sacaba la foto, se quitaba el buzo y tenía la camiseta azul y oro”, relató Destéfano, quien se confesó fanático de este club argentino, al punto que eligió su estadio, la mítica ‘Bombonera’, para celebrar su propio casamiento.

Entre los tesoros que cuida más celosamente, el periodista y empresario habla de una camiseta que no se destaca por su publicidad, sino por ser “la camiseta más importante de la historia de Boca”, una prenda improvisada para un partido en 1984, cuando vieron que alguien había robado el vestuario del equipo.

“Tuvieron que pintarle los números a las camisetas; o sea, era casi una obra de Van Gogh lo que llevaban los jugadores, que se les desteñía porque estaban pintadas con un fibrón”, afirmó Destéfano, que muestra la número once de ese partido.

Además de estas prendas históricas, en el museo también se puede ver cómo, a través del diseño de sus camisetas de fútbol, cada país tiene sus particularidades al elegir su indumentaria deportiva.

“Los mexicanos, con camisetas que parecen buzos antiflamas de automovilismo, llenas de publicidad”, puntualizó el periodista y los diferenció de los uruguayos, quienes son, según él, “muchísimo más sobrios”.

Los clubes colombianos, en cambio, suelen tener tantas publicidades de cerveza en sus camisetas, que, contó el periodista, al Nacional de Medellín, lo llegaron a apodar “bolsa de supermercado” cuando tuvo a Nike como sponsor.

En esta lista de singularidades, Argentina también tiene una marca distintiva que según Destéfano, no se da en ningún otro país del mundo y tiene que ver con que los patrocinadores suelen apoyar a equipos rivales al mismo tiempo.

“Hay mucha rivalidad entre ciudades y esta mueve a la marca a estar con los dos o estar fuera de los dos”, afirmó el periodista y puntualizó el caso de los grandes clásicos argentinos.

“Muchas marcas fueron sponsors de Boca y de River, actualmente, BBVA; lo mismo con (la marca de cerveza) Quilmes”, describió y enumeró más casos como “Central y Newells, en Talleres y Belgrano de Córdoba, en Colón y Unión de Santa Fe”.

Estas mismas rivalidades deportivas dieron lugar a historias insólitas, como la de un club de Córdoba, en el centro de Argentina, que en 1927 unió a los dos protagonistas del clásico más importante del fútbol de ese país en una misma camiseta.

“Se llama Club Atlético Biblioteca River Plate, existe todavía y tiene los colores de Boca y el nombre de River”, contó el periodista y relató que al crearlo había hinchas de ambos clubes que, al no llegar a un acuerdo, tiraron una moneda y un grupo eligió el color y otro, el nombre.