Dos días después de la victoria de los de Laurent Blanc por 3-2 contra los de Luis Enrique Martínez, los medios próximos al PSG siguen deshaciéndose en halagos hacia un equipo configurado para pasearse por los cielos futbolísticos, pero que generaba dudas por su mal arranque (3 victorias y 5 empates).

Con todas las apuestas en contra y Thiago Silva, Ezequiel Lavezzi y, sobre todo, Zlatan Ibrahimovic en la enfermería, el PSG supo imponerse con autoridad, en casa, ante un Barcelona deslucido en la noche mágica que L’Équipe sitúa entre las diez mejores de los equipos franceses de todos los tiempos en la máxima competición continental.

“Pocos equipos derrotarán al Barcelona una tarde en la que Lionel Messi y Neymar metan un gol cada uno”, dice L’Équipe.

Los franceses han encontrado el revulsivo que necesitaban para ilusionar a su público, decepcionado ante las dificultades de un equipo plagado de estrellas para (dominar) un campeonato liguero que, a priori, solo debería suponer un trámite para el poderoso PSG y sus petrodólares cataríes.

Los de Laurent Blanc se enfrentarán al Mónaco, club que aspiraba a disputar el estrellato al PSG el año pasado, cuando contaba en sus filas con Radamel Falcao y James Rodríguez, y que ahora deambula por la zona media de la tabla.

Una victoria, contundente, le serviría a un PSG aún huérfano de Ibrahimovic, Thiago Silva y Lavezzi para afianzarse en la persecución del Olympique de Marsella, líder con Marcelo Bielsa en el banquillo. Pero, sobre todo, sería el trampolín que haga valer su eslogan: “Soñemos a lo grande”.

Los jugadores del PSG, con estrellas como David Luiz, Edinson Cavani o Marco Verratti, no encuentran suficiente motivación en la modesta liga francesa, según el diagnóstico de Laurent Blanc. Pero recuperan los instintos en las grandes noches de Champions League.

Por ahora son líderes de su liguilla en esa competición, por delante del Barcelona y del Ajax. Y sus dos próximos partidos, primero a domicilio y luego en casa, los disputará contra el Apoel Nicosia, la cenicienta del Grupo F.

Si el PSG se lleva los seis puntos de esos dos encuentros, tendría en el bolsillo la clasificación para octavos de final, quizá incluso matemáticamente, en función de lo que deje el fuego cruzado entre Ajax y Barcelona.

Terminar como coroneles de un grupo en el que sus rivales directos suman ocho Champions League sería un golpe de moral incontestable para el PSG, de humilde palmarés y mayúsculas pretensiones.

El PSG, que desde la llegada del capital qatarí en 2011 ha invertido más de 400 millones de euros en fichajes y pregona que su ambición es imponer su ley en una final europea en un horizonte de cinco años.

Tras encallar dos veces consecutivas en cuartos de final, con honor contra el Barcelona y el Chelsea, el PSG entra ahora en la cuarta temporada de ese ilusionante proyecto (tercera disputando la Champions League).

Su reciente victoria ante el Barcelona, que propició que Florentino Pérez felicitara por SMS al máximo dirigente del PSG, Nasser Al-Jelaifi, confirma que el rumbo no está equivocado.

Pero el calendario obliga a limitar la euforia pues aún quedan siete largos meses para el 6 de junio, cuando se celebrará la final de la Champions League en el Estadio Olímpico de Berlín.

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