Un 8 de julio de 2014, Alemania y Brasil se enfrentaban por las semifinales del Mundial 2014 en el estadio Mineirao de Belo Horizonte. Cuando el árbitro hizo sonar su silbato para declarar el final, nadie, nadie en el mundo podía creer lo que acababa de suceder.
7-1. Sí, 7-1 fue el mazazo que Alemania le propinó a Brasil en su mundial. El “Mineirazo” se estableció y lo que se suponía iba a ser una fiesta de gozo y celebración, terminó siendo un doloroso funeral.
El equipo de Joachim Low humilló al de Felipe Scolari. Estaba claro que esto iba a marcar de por vida a los brasileño y hasta ahora se recuerda aquella imagen icónica de un hincha de la verdeamarilla, abrazando una réplica de la copa del mundo, llorando y consolado por sus familiares.
También la imagen de David Luiz y los intentos de su amigo Thiago Silva para consolarlo, descubriendo solo que el defensa del Chelsea era en ese momento inconsolable.
Alemania pasó a la final y ahí, en tiempo extra, derrotó a la Argentina de Lionel Messi para proclamarse campeón del mundo por cuarta vez en su historia.