Durante el duelo entre Red Bull Leipzig de la tercera división de Alemania y el París Saint Germain, dos jugadores del equipo teutón pugnaron por intercambiar camisetas con la estrella del cuadro francés, el sueco Zlatan Ibrahimovic.

El partido no había finalizado, pero se decretó el cambio de Zlatan. El delantero sueco se dirigía al banco de suplentes, cuando el capitán del equipo rival, Daniel Frahn, le pidió su camiseta.

Ibrahimovic, de manera muy educada, se lo negó porque ya se lo había prometido a Terrence Boyd, el nuevo jale del equipo alemán. “Lo siento, pero se la había prometido a este joven”, le dijo el sueco.

Ello enfureció al capitán Frahn y se lo hizo saber a Boyd: “Esto es una falta de respeto”.

En el camarín, Boy se disculpó y volvió a reinar la paz, pero todavía faltaba una cosa, el final feliz que le puso el propio Ibrahimovic:

Llegó al vestuario rival y le entregó una camiseta suya a Frahn: “Aquí tengo otra, y además seca. La traigo especialmente para regalársela al capitán”. Grande.