Las calles de Chapecó volvieron a lucir los colores del Chapecoense, pero con una diferencia, los lazos negros que tiñeron de luto la ciudad tras la tragedia aérea fueron esta vez banderas colombianas para vivir con los “hermanos” del Atlético Nacional una final tan deseada como esperada.

La vida de esta pequeña ciudad del sur de Brasil, de apenas 200.000 habitantes, se ha detenido para albergar la ida de la final de la Recopa Sudamericana en medio de una atmósfera que supera el mero evento deportivo que cada año enfrenta a los campeones de la Libertadores y la Sudamericana.

En el interior del estadio sonaron los acordes de “Día especial”, de Duca Leindecker, para la que hay preparada una coreografía que se ensayó horas antes en la zona de aficionados.

La confraternización entre los dos clubes se sellará en la llamada “Cápsula del tiempo”, un monumento de manos entrelazadas que recibirá las cartas de aficionados de ambos equipos.

Esa cápsula será enviada a Medellín para el partido de vuelta, prevista para el 10 de mayo en el estadio Atanasio Girardot, para finalmente volver a Chapecó, donde se instalará en el futuro “Parque Medellín”.

La fiesta se cerrará con una traca final de fuegos artificiales, un broche que de alguna manera anestesia el dolor que produjo la tragedia que sesgó la vida de la generación de oro de este humilde equipo brasileño.

EFE