Boca Juniors y River Plate jugaron un clásico para el olvido, suspendido tras una hora y trece minutos de espera al segundo tiempo en la Bombonera por el ataque de fanáticos a jugadores del club visitante, dejó al Cruzeiro como el único equipo que no conoce su rival para los cuartos de final de la Copa Libertadores.

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El denominado superclásico, del que se jugó apenas el primer tiempo con empate sin goles, terminó siendo el ‘superclásico de la vergüenza’ para el fútbol argentino y se convirtió en una pesadilla para el River Plate, que sin la solidaridad de sus rivales tuvo que esperar en medio de la zozobra para volver al vestuario en medio de guijarros lanzados desde los graderíos por una turba irracional.

Al menos cuatro jugadores de River: Leonardo Ponzio, Leonel Vangione, Ramiro Funes Mori y Matías Kranevitter, ingresaron en la cancha con los ojos irritados y lágrimas tras sufrir el ataque con una sustancia irritante perpetrado por varios fanáticos que vestían camisetas de Boca y estaban próximos al túnel móvil inflable que cubre el paso de los vestuarios a la cancha.

La sustancia irritante, que afectó los ojos y quemó la espalda de varios jugadores, fue arrojada cuando el once de River atravesaba el túnel hacia la cancha para el segundo tiempo del crucial partido.

Después de una hora y trece minutos de espera, el árbitro argentino Darío Herrera anunció la suspensión del juego pero no añadió detalles sobre la suerte del mismo que decidirá un clasificado para la fase de cuartos de final contra el Cruzeiro,

bicampeón de la Libertadores en 1976 y 1997, que salió avante en su llave ante el Sao Paulo.