En un país volcado totalmente en el fútbol como es Portugal, en una ciudad dividida entre dos clubes como es Lisboa, y en un estadio que acoge a una de las hinchadas más fervorosas de Europa como es el de la Luz, un partido como el de hoy no es un encuentro cualquiera.

El , antaño un coloso a nivel continental, tiene la oportunidad de pasar a semifinales de la máxima competición europea y poner color a las imágenes en blanco y negro que recuerdan las grandes gestas del club, ésas en las que aparece el genial Eusébio levantando la “orejona”.

Hacerse un hueco entre los cuatro mejores equipos de Europa es algo que se le escapa desde que la competición cambió de nombre y pasó a llamarse Liga de Campeones, en 1992. Un largo camino por el desierto que quiere dejar atrás.

Desde entonces, apenas llegó en cuatro ocasiones a la fase de cuartos, y en las tres primeras fue eliminado. La legión de “benfiquistas” repartida por el mundo espera que su suerte cambie hoy, con más esperanza que convicción, con más fe que razones, con más corazón que cabeza, dada la entidad de un rival como el y la desventaja por el partido de ida (1-0).

El último precedente no invita al optimismo. Contra el Chelsea inglés, en la 2011-2012, los lisboetas tuvieron oportunidad para superar la eliminatoria, pero finalmente se quedaron en la orilla y los “blues” acabaron coronándose campeones de aquella edición.

Mejores resultados obtuvo el Benfica en sus últimas participaciones en Liga Europa, competición en la que consiguió alcanzar por dos veces la final. Y por dos veces cayó derrotado. Un duro golpe que todavía cuesta encajar en un club histórico que sueña con regresar a la primera línea del fútbol mundial.

La lucha contra el Bayern, a priori, es comparable con la de David y Goliat, sobre todo si se atiende a las cuestiones económicas. El valor de mercado de la plantilla del gigante teutón prácticamente cuadruplica el de la de las “águilas”, según el portal “Transfermarket”, y su presupuesto (en torno a los 50 millones de euros) es casi diez veces inferior.

El duelo de hoy paralizará prácticamente Portugal, un país cuyas gentes se caracterizan por un carácter tranquilo y sosegado, pero que se transforma en pasión y desenfreno cuando a fútbol se refiere.

En suelo luso el “deporte rey” se sigue con locura, en claro contraste con otras disciplinas como el baloncesto, el tenis, el motociclismo o la Fórmula Uno, que apenas despiertan atención, huérfanas de ídolos nacionales.

Después de la excelente réplica dada en el partido de ida, es legítimo soñar”, defiende Rui Lima, lisboeta de 28 años y una de las cerca de 65.000 personas que acudirán al estadio, ya no quedan entradas para dar alas a los suyos.

Aunque recuerda que llegar a dos finales de Liga Europa permitió al equipo recuperar “algún prestigio”, concede que no hay mejor escaparate que la Champions.

EFE

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