Tiene oro puro el Barcelona arriba, pero le falta casi todo lo demás. Luis Suárez, en su debut en el Camp Nou, hizo casi todo bien. Cada vez que intervenía mejoraba la calidad de la jugada o habilitaba a algún compañeros. Sin embargo, se olvidó de su papel de finalizador.

Así, entre Neymar y Lionel Messi tuvieron, solo en la primera parte, media docena de ocasiones claras de inaugurar el marcador. En algunas de ellas se encontraron con un Sergio felino y en otras el larguero uno para cada uno evitó el gol.

El Celta parecía no importarle la facilidad con la que llegaba el Barça, porque eso le permitía acercarse con celeridad y casi sin esfuerzo a las inmediaciones de Bravo.

Con el rival partido en dos, el conjunto gallego aceleraba en la transición, buscando la banda de Nolito o alguna desmarque de ruptura de Larrivey. El argentino lo probó a la media vuelta, pero Jordi Alba desvió el balón. Nolito también tuvo la suya en una falta que envió por encima de la portería defendida por Bravo.

A los de Eduardo Berizzo les faltaba precisión en los metros finales, pero aun así hacían sufrir a un Barcelona poco reconocible que ahora mismo parece fiarlo todo a la innegable calidad de sus tres puntas, hoy peleados además con el gol.

Y es que la segunda mitad empezó con otro balón al palo de Neymar, que remató a bocajarro un centro desde la izquierda de Jordi Alba. Para colmo de males culés, el Celta marcaría el 0-1 a los diez minutos de la reanudación.