La falta de un criterio claro anima cada año la pelea por este reconocimiento. Cada año es más larga la carrera en la que intervienen futbolistas, aficionados y medios de comunicación. Una lucha de intereses por asumir parte de la identificación de un reconocimiento del que intentan parecer al margen los propios protagonistas, a los que definitivamente el Balón de Oro engrandece su ego.

Unos años el premiado fue el jugador, individual, más destacado; otros, el más relevante dentro de unos éxitos colectivos; en ocasiones, el considerado el mejor del mundo; y en el resto, algunos que no tenían que ver con nada de esto.

Ribery ganó todo con el Bayern Múnich en el 2013. Liga, Copa, Champions, Supercopa europea y Mundial de Clubes. Solo la Supercopa de Alemania se escapó de sus manos. Un liderazgo que compartió con el que asume en su selección, con la que logró el pase para Brasil 2014. Fue elegido el mejor jugador de la UEFA en Europa, por delante de Messi y Cristiano.

Messi cerró la temporada con el título de Liga y la coronación como máximo goleador de la temporada en España. Igualmente, fue determinante para Argentina, a la que llevó al Mundial. Sin embargo, las lesiones han acosado al argentino, que apenas se dejó ver en la segunda parte del curso.

Los goles han devuelto a la cima a Cristiano Ronaldo, que se marchó de vacío de la temporada en cuanto a trofeos colectivos se refiere. El segundo máximo anotador de la Liga española, con 34 tantos, explotó en la segunda mitad del ejercicio. Acudirá a la gala como el mejor artillero del año entrante tanto en la Liga como en la Champions. Pero sobre todo guió a Portugal hacia Brasil con una actuación descomunal. Su brillo está aún fresco.

EFE