Dos acciones al borde del descanso, un gol de volea de Saúl Ñíguez y un penalti parado por el esloveno Jan Oblak al mexicano Andrés Guardado, domaron este martes a un punzante y provocaron un triunfo esforzado del Atlético de Madrid en su estreno en la de esta temporada.

Una victoria más transcendente de lo que dicta este momento del torneo, la primera jornada, porque es fuera de casa, porque el PSV es un rival exigente y porque tres puntos de principio en una fase que pone dieciocho en juego son ya al menos un cuarto de camino hacia los octavos de final de la máxima competición continental.

Y porque el partido surgió trepidante, revolucionado y lanzado a un ritmo impresionante. Un ida y vuelta incontrolable a partir de una demostración de intenciones primero. Inicialmente del Atlético de Madrid, apabullante en campo contrario, los primeros tres minutos; después del PSV, desde el juego aéreo y la velocidad, los tres siguientes.

 Atlético de Madrid vs PSV

Ahí no se siente a gusto su equipo, porque no maneja los tiempos ni los espacios del partido y porque sufre en el desorden por el que transitó casi todo el primer tiempo; un pulso de ambición, presión, fuerza, intensidad… y momentos de buen fútbol, verticalidad, movilidad y desborde del Atlético y del argentino Nicolás Gaitán.

Un momento clave y una reivindicación del guardameta en los lanzamientos desde los once metros. Un punto débil que le achacan sobre todo a raíz de las dos tandas del pasado curso en el torneo, una con el PSV y otra en la final con el Real Madrid, pero que no lo es tanto. Hay dos ejemplos recientes: el penalti que despejó ante el Bayern Múnich en Alemania o la estirada de este martes en Eindhoven.

Saúl Ñíguez y el gol de la victoria para el Atlético de Madrid