Las alianzas entre las aficiones radicales de clubes de distintos países latinoamericanos deben ser más controladas y supervisadas por las autoridades para evitar nuevos conflictos y enfrentamientos, en opinión del sociólogo brasileño Bernardo Borges Buarque de Hollanda.

Autor del libro “Torcidas organizadas en América Latina” (Barras Bravas en América Latina) junto con el costarricense Onésimo Rodríguez Aguilar, Borges Buarque alertó en una entrevista a Efe de los peligros que suponen estas nuevas asociaciones en el continente.

“Es una preocupación más para las autoridades. Los torneos internacionales están llevando a una nueva red de conexiones entre estas hinchadas, que incluyen alianzas y enemistades”, explicó el sociólogo.

“A partir de la Libertadores, por ejemplo, existe una alianza entre el Palmeiras (brasileño) y el Colo Colo (chileno), aprovechando las propias redes sociales y que internet permite contactos y comunicaciones”.

“Así, la Garra Blanca del Colo Colo y la Mancha Verde del Palmeiras están consideradas aliadas, porque establecieron una asociación. Con ello la afición del Corinthians (eterno rival del Palmeiras) pasa a ser rival de la del Colo Colo”, citó Borges como ejemplo.

Según él, “hay que controlar cómo estas redes se hacen y no sorprender a las autoridades en partidos internacionales de menor riesgo y que debido a estas alianzas, pueden provocar conflictos y problemas”.

El libro repasa la historia y el fenómeno de las aficiones de los clubes de fútbol en nueve países de América Latina, analizando casos individuales, nacionales y comparando similitudes y diferencias en el comportamiento de las aficiones a lo largo del continente.

Aunque las aficiones radicales están presentes en toda América Latina, los dos países que sufren más su violencia son Argentina y Brasil, con sus respectivas y temidas barras bravas y torcidas organizadas.

“Tanto en Argentina como en Brasil, las torcidas son fenómenos de los años 60 que se volvieron un problema social a partir de los años 80, adquirieron una visibilidad como un problema relacionado con la violencia”, agregó.

Para el sociólogo, “Brasil tiene una particularidad en relación a Argentina: la realización de eventos, el Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos, que supusieron una renovación de arenas que intentan contener el comportamiento violento dentro de los estadios, con lo que se produce una dispersión de los puntos de encuentro de la violencia de las torcidas”.

Borges destaca que Argentina se ha convertido en un ejemplo para el resto de países por sus formas de animar y apoyar a sus jugadores.

“Por no haber pasado una fase de modernización de sus estadios, el poder cantar en las canchas detrás de la portería hace que esta visibilidad de las imágenes de las torcidas argentinas se difunda y sirva de ejemplo para el resto de torcidas del continente, produciendo un proceso de argentinización de las aficiones”, dijo.

Incluso en Brasil, a pesar de la rivalidad existente, se admira a las barras bravas argentinas por la forma de animar a sus clubes.

Otro fenómeno es “una tendencia en los últimos 10 años a volver públicos enfrentamientos entre torcidas de un mismo equipo”.

Las aficiones “crecieron mucho, los liderazgos se dispersaron por barrios y localidades y hoy no tienes una referencia apenas de aquella torcida, y esto genera disputas por el control de aquel grupo, es un enfoque nuevo” que hay.

El libro resalta que no todos los integrantes de las aficiones radicales son de clase baja y sin estudios.

“Hay un estigma que se creó en los años 80 que favoreció el pensamiento de que son personas que van a pelear, con un perfil juvenil de clase baja, pero es difícil generalizar. Son grupos muy heterogéneos. Encontramos en un estudio que no son tan juveniles, la mayor incidencia está en la franja de los 20 a 29 los años y no en la de 14 a 20 años, y no necesariamente con un nivel bajo de escolarización, encontramos muchos con estudios de secundaria”.

El final de la etapa entre estos grupos de aficionado suele producirse a partir de los 30 años.

“Hay un número de solteros bastante expresivo, en general son jóvenes, solteros, en vida escolar y consiguen conciliar este tiempo libre con una dedicación a la torcida más intensa. A partir de los 30 años hay el fin del ciclo de pertenecer a estas torcidas, vínculos familiares o vínculos profesionales impiden que la persona viva en función de la torcida”, concluyó. EFE

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