El accidente de tráfico que sufrió Arturo Vidal el martes pasado cuando conducía ebrio fue un terremoto que sacudió los cimientos de la Roja y trajo de vuelta el viejo fantasma de la indisciplina en el fútbol chileno.

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Las imágenes del Ferrari rojo desbaratado en una cuneta y Vidal detenido en una patrulla policial llevaron a rumores de división en el vestuario y de un quiebre entre Sampaoli y el presidente de la federación.

Vidal deberá responder ante la justicia por su delito, pero este viernes fue absuelto en el juicio social. El juez, los más de 46.000 hinchas que llenaron el Estadio Nacional, decidió indultarlo, como hizo también su entrenador, y le dedicó una sonora ovación.

Jugó solo el primer tiempo pues Sampaoli lo sacó para evitar una tarjeta amarilla que le hiciera perderse el próximo partido. Y fue prácticamente irrelevante en el funcionamiento del equipo, pero reapareció y salió fortalecido con el empujón anímico.

EFE