Cuando uno de ellos termina la relación de pareja y sigue viendo a sus hijos, cuando tienen muchos conflictos de los cuales los hijos son testigos y se sienten divididos o con el dilema de a quién ser leal o simplemente cuando uno de los padres desaparece y no vuelven a saber de él.

¿Cuándo buscar ayuda?

Si se ha vivido esta experiencia, lo mejor es ir con un terapeuta que pueda apoyar, para ello es importante identificar de qué tipo de abandono se trata, qué es lo que se siente y reconocer estas emociones como algo natural.

Además, detectar las diversas manifestaciones como la ira, tristeza, amor, alegría y miedo. Para superarlo, es necesario vivir un duelo, que es un proceso emocional que sigue tras una pérdida.

En él se siente primero la negación y la esperanza de “esto no está pasando”, “todo se va a solucionar”, “va a regresar”.

Lo que sigue es ira y tristeza, en el plano físico la ira se siente en la nuca, se tensa el cuello, la espalda alta, la mandíbula y se manifiesta como rechinido de dientes o contractura de la mandíbula. Generalmente, el comportamiento es de irritación, mal humor y/o dolor de cabeza.

La tristeza se puede manifestar como una opresión en el pecho y puede ser evidente ver el pecho hundido y los hombros rotados hacia el frente, la sensación es de desgano, sueño y deseos de llorar sin una razón aparente.

¿Cómo aligerar la carga?

Un factor de ayuda es contar con un adulto que tenga la imagen de autoridad, respeto y confianza; que escuche y con el que se tenga la oportunidad de expresar los sentimientos de ira y tristeza libre y abiertamente.

Este adulto puede ser un familiar, un amigo o un maestro, lo ideal es que sea una figura de confianza que nos pueda entender sin juzgarnos y que sepa guardar nuestros secretos, sin calificar si es bueno o malo lo que sentimos, ya que así lo vivimos y ya.

Para liberar la ira, algunos ejercicios que pueden ayudar son: golpear una almohada o el colchón y gritar fuerte. El objetivo es expresar todo lo que se siente, incluidas maldiciones y malas palabras.

Lo que seguirá de la ira es el llanto, ambas emociones van juntas y una le da salida a la otra, por lo que si se llora mucho, lo que sigue es la expresión de la ira y así sucesivamente.

Nadie nos hace felices si no aprendemos a serlo con lo que somos y tenemos, nadie es responsable de nuestra vida y nuestras decisiones, sólo nosotros mismos.

Fuente: Bienestar.salud180.com