Estas bacterias tienen como objetivo cuidar y mantener la salud ya que evitan que otras que son dañinas se alojen en el cuerpo y causen alguna infección.

La flora intestinal contribuye a la producción de algunas vitaminas, como el complejo B y la vitamina K. Sin embargo, el uso de antibióticos, el síndrome del colon irritable, una diarrea por infección o el estrés, son factores que la alteran y disminuyen.

Los alimentos que favorecen el aumento de la flora bacteriana, según la doctora Fernanda Zimmermann, del Instituto Nacional de Salud y Nutrición Kellog´s.

Lácteos y sus derivados como el yogur, las bebidas lácteas fermentadas, requesón y jocoque, contribuyen a la regeneración de la flora intestinal. Estos alimentos fermentados poseen una serie de microorganismos vivos llamados probióticos, que favorecen la salud gastrointestinal.

Probióticos provenientes de Oriente, como el kéfir, la sopa de miso, el chucrut, alcachofas de Jerusalén, tempeh y microalgas (por ejemplo la espirulina), cuyos fitonutrientes son mejor absorbidos en el estómago y reparan la mucosa que lo recubre.

Las fibras prebióticas nutren selectivamente a las bacterias benéficas en el tracto digestivo y estimulan su crecimiento o actividad. De manera natural se hallan en leguminosas, frutas y verduras como manzana, durazno, fresa, tuna, chayote, ejote, calabaza, semillas y granos.

Alimentos fortificados, por ejemplo, lácteos fortificados, cereales adicionados con probióticos, y pan de caja adicionado con fibra prebiótica, entre otros, según informó Salud 180.

Cuidar y preservar la flora intestinal ayuda a prevenir enfermedades como el cáncer de colon, enfermedades autoinmunes, hemorroides, alergias, e incluso problemas cardíacos, lo cual se logra mediante una dieta equilibrada y baja en grasas saturadas, más la práctica de actividad física regular.