En específico con máximo 10 minutos al día entre las 10:00 y las 15:00 horas.

En este sentido, resulta benéfico recibir los rayos del sol. Sin embargo, se eleva considerablemente el riesgo de padecer cáncer de piel por exposiciones constantes y prolongadas; por ello, debe hacerse con moderación y protección (bloqueadores UV) de filtros especiales que ya encontramos en productos cosméticos.

La falta de exposición al sol ocasiona raquitismo en niños (huesos débiles y blandos como cartílagos) y osteomalacia en adultos (padecimiento similar, pero con dolor agudo en los huesos de la pelvis, en la parte baja de la espalda y en las piernas).

¿Fuente de vida?

Por muchos años se desconoció la cura a estos padecimientos, pero el arduo trabajo de varios científicos, en 1919, permitió descubrir que el sol ayudaba a producir Vitamina D en la piel de animales (primero se halló en cerdos y ratas y luego en humanos). Por ello, muchos médicos comenzaron a indicar a sus pacientes el consumo de aceite de hígado de bacalao, de pescados y de otros animales que contienen altas tasas de esta vitamina.

A pesar de que se descubrió que los humanos producen esa sustancia reguladora de los niveles de calcio en el organismo, se le siguió llamando vitamina (se define como una sustancia que el organismo requiere pero no puede producir en cantidades suficientes y por lo tanto debe obtenerla de los alimentos), aunque en realidad es una molécula/hormona que debe ser modificada químicamente en el organismo para realizar sus funciones.

Esta molécula no solo es importante en el desarrollo del esqueleto y en la mineralización de los huesos, sino que también ayuda a regular la presión y evitar la preclamsia. Por otra parte, su deficiencia está asociada al riesgo de padecer cáncer de colon.

Hoy en día podemos encontrar vitamina D en otros alimentos que no son necesariamente aceites de mal sabor o carnes de animales. Los lácteos son los principales que suelen fortificar con esta sustancia.

Fuente: Bienestar.salud180.com