Una de las primeras cosas desde pequeños es que no debemos hablar con personas desconocidas. Pues, corremos el riesgo de que nos suceda algo malo y alguien se aproveche de nuestra inocencia a nuestra corta edad. Sin embargo, cuando ya somos adultos esta prohibición de nuestros padres puede terminar siendo algo favorable para nuestra vida.

Algunos estudios han comprobado que poner en práctica esta actividad puede traer ciertos beneficios como:

Felicidad: Empezar a hablar con una persona que nunca habíamos visto en nuestra vida puede incrementar nuestros niveles de felicidad. Por ejemplo, a la hora de viajar en el bus o mientras que hacemos cola para pagar algo.

Bienestar: Darnos a conocer ante otros y a la vez conocer a personas diferentes a nosotros aumenta nuestro bienestar subjetivo. Si comparas cómo te sentías antes de empezar a conversar y después, notarás una gran diferencia.

Productividad: En cuanto al ámbito laboral, este es un punto que favorece mucho a las empresas. Pues, el intercambio de conocimiento entre trabajadores que recién se conocen ayudan a un mejor trabajo en equipo.