No hay dos personas que piensen, actúen o sientan del mismo modo y, puesto que cada una parte de un punto distinto, nunca se podrá evitar por completo que exista algún tipo de conflicto por diferencias en los rasgos de la personalidad entre la gente.

Los problemas surgen cuando dejamos que estas fricciones se nos escapen de las manos y entren en juego las personalidades (en vez de las ideas). El exceso de conflictos puede hacer que la vida sea muy estresante.

Las causas de disputa pueden ser muchas, pero la principal es que cada persona quiere hacer las cosas a su manera. Por ello, es importante conocer algunas de las características que presentan estas personas.

1. Competitividad, a veces excesiva.

2. Malentendidos o formas distintas de ver las cosas.

3. Falta de cooperación, real o imaginaria.

4. Conflictos de personalidad.

5. Problemas con la autoridad.

6. Frustraciones individuales.

7. Deseo de asumir mayor responsabilidad.

8. No querer aceptar responsabilidades.

9. Incapacidad para seguir las normas o ceñirse a los planes.

10. Desacuerdo en la forma de alcanzar las metas acordadas y discrepancia de las mismas.

Una persona que puede entender el conflicto y lo que conduce a él, tiene mayor capacidad de prevenirlo o resolverlo. Lo ideal es evitar los problemas, pero, como todos sabemos, no siempre es posible.

Si no puede impedir el conflicto, intente hallar la solución más positiva; es decir, a través de la inteligencia emocional.