Sus conclusiones las dejó plasmadas en el libro “Teoría de los colores” (1810), texto que sirvió de fundamento para el desarrollo de los estudios sobre color y el impacto sobre el ser humano.

A continuación te compartimos sus ideas sobre algunos de los tonos descritos en su libro.

Amarillo. Es el color más próximo a la luz y surge al atenuar la misma con cualquier medio físico. En su pureza máxima impresiona de forma suave y tiene una condición alegre. Tanto en decoración (paredes, tapiz, muebles) como en la ropa genera un ambiente placentero. Cuando se muestra sucio es muy molesto y “enojoso”, los tonos azufre producen sensaciones desagradables mientras los tonos dorados muestran una idea superlativa del amarillo.

Azul. El azul implica oscuridad, causando a la vista una impresión singular e “inexpresable”. Es un color muy energético, pero del lado negativo su efecto es una mezcla de excitación y serenidad. Las superficies azules tienden a parecer distantes, como si se alejaran de nosotros. El azul es una trampa para la vista, pues el ser humano gusta de contemplarlo . Los cuartos azules se ven amplios, pero fríos y abandonados pues el cerebro sabe que este tono deriva de las sombras, de tonalidades negras. Cuando el azul se atenúa se presenta más agradable a la vista.

Rojo. La pureza de este color lo hace poseedor de una dignidad superlativa, incluso Goethe habla del rojo como la exaltación progresiva del azul y el amarillo respecto a la recepción de las personas. En relación al vestido, un rojo puro dota de dignidad a la vejez mientras diluido resalta la “amable gracia” de la juventud. El ojo confunde continuamente al púrpura con el rojo, es por eso que también transmite magnificencia.

Verde. La combinación del amarillo y el azul nos da el verde, y aunque no es un color básico, Goethe lo dota de una importancia relevante para el ser humano y su interacción con él mismo. La vista encuentra positivo este tono, siempre que el equilibrio entre los dos colores básicos sea perfecto. Si lo que se quiere es transmitir serenidad y tranquilidad, se debe pintar la habitación de verde, de igual manera la ropa verde bien equilibrada transmitirá un mensaje de descanso.

Azul rojo. El azul se eleva paulatinamente al rojo obteniendo propiedades que denotan un carácter activo. Este color, al contrario del rojo amarillento que anima, logra provocar en el receptor inquietud. El violeta es un azul rojo diluido y provoca una excitación inquietante que no llega a la alegría.

El rojo azulado. Cuando la presencia de rojo en el azul va aumentando transmite más actividad, podría pensarse que es óptimo para recintos deportivos, pero la presencia de este color provoca inquietud más que ánimo, así que es necesario tener cuidado a la hora de utilizar estos tonos en la casa o el trabajo.

Amarillo rojizo. En esta combinación el amarillo sobrepasa al rojo aumentando la energía y exagerando lo magnífico y poderoso. Los tonos amarillos rojizos dan sensación de calor y “bienestar gozoso”, muy recomendable como un color de ambiente para habitaciones o recintos en general.

Rojo amarillento. Cuando el amarillo rojizo se exalta, pierde su alegría y puede producir sensaciones violentas. El rojo amarillento es el lado activo de la combinación de estos colores, la transmisión máxima de energía que lo vuelve intolerable. Esta combinación según Goethe “penetra en el órgano visual como un taladro”. La sensación que provoca en los animales es llamativa al provocarles miedo y hasta furia, es pues un color a evitar si lo que se quiere es lograr ambientes cálidos y tranquilos.

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