Las claves de un sexo grandioso “no siempre residen en los esfuerzos grandiosos”. Ese es uno de los enunciados de Michael Webb, el especialista en relaciones de pareja, en Estados Unidos.

Según él, hay tres actitudes frecuentes en el terreno sexual, provenientes de las más puras buenas intenciones, que llegan a producir el efecto contrario a los objetivos inicialmente deseados. Se trata de tres errores célebres y paradójicos.

1. La paradoja de esforzarse demasiado

El sexo grandioso resulta mejor cuando fluye sin presiones. Esforzarse en demasía para conseguir el placer logrará, paradojalmente, lo contrario, en todos los planos de la relación sexual.

La mayoría de los hombres ni siquiera imaginan este resultado contraproducente, y terminan luchando contra ellos mismos para alcanzar su propio placer o el de su pareja. Y es claro que el sexo no deber ser una “lucha”, sino un disfrute.

El enfriamiento consecuente de este eterno ensayo de recursos trae la consecuencia trágica de la frustración, los temores y falta de seguridad, acaba por aburrirlos. Deje que todo fluya.

2. La paradoja de pensarlo en exceso

La cama no es el sitio apropiado para detenerse a pensar sobre las habilidades sexuales o las inseguridades. Los momentos de reflexión son adecuados antes o luego de la relación carnal, pero nunca mientras está ocurriendo.

Cuando el cerebro se detiene en un pensamiento específico, evade al hombre del calor del encuentro y disminuye la eficiencia sexual. Cuanto más se piensa en cómo tener buen sexo (y aquí está la paradoja), ese mismo pensamiento se encargará de aminorar las posibilidades de lograrlo.

3. La paradoja de los movimientos simples

La simplicidad es la eterna clave del sexo grandioso. La combinación de simples movimientos, hechos en el instante y el modo precisos, es lo que marca la diferencia. No hay grandes trucos ni técnicas prodigiosas, asegura Webb. Son los pequeños detalles los que cuentan, como la sensibilidad de las yemas de los dedos o la sutileza de una respiración acelerada.

Por supuesto, sexo “simple” no es sinónimo de “aburrido”. Justamente, es a la naturalidad donde apuesta Webb al desarrollar sus tres paradojas, en pos de un sexo grandioso y disfrutable.