En las edades más tempranas, necesitamos muchas leyendas y cuentos para tomar determinados alimentos por los que no sentimos ninguna simpatía. Los más pequeños de la casa suelen detestar en muchas ocasiones las verduras y el pescado y, por contra, adoran los dulces y los productos que se envasan específicamente para ellos, con mil colores y dibujos.

Mientras que algunas de esas leyendas han resultado mentiras, algunas realmente velaban por nuestra salud. Tal es el caso del pescado que, como contaron muchos padres y abuelos, tiene una incidencia en la inteligencia de las personas, sobre todo de aquellas en edad de crecimiento. En concreto, los ácidos grasos omega-3 y DHA, o ácidos docosacahexaeónicos que contienen contribuyen a un mejor desarrollo cerebral y ocular, que se traduce en la práctica con la agudeza visual, una mejor comprensión y un mejor uso del vocabulario.

El pescado más beneficioso es el azul, también llamado graso, debido a sus altos niveles de estos ácidos. En cualquier dieta no debería faltar una dosis semanal de alguna de sus variantes, como anchoa, atún, caballa, arenque, lamprea, sardina o salmón. Otros tipos, como los semigrasos, también tienen estas ventajas para la salud, entre los que se encuentran el besugo, la dorada, el salmonete o la lubina. En cambio, el pescado blanco o magro es el que menos nutrientes aporta, por lo que no era tan saludable como nos contaron cuando nos obligaban a comerlo. Sin embargo, también este tipo aporta nutrientes, y son ejemplo de ello el rodaballo, rape, gallo, rape, merluza o bacalao.

El único inconveniente del pescado es el mercurio que a veces contiene. Consumir en altas dosis este mineral puede ser perjudicial para el sistema nervioso y afectar particularmente a los más pequeños, aunque es difícil prevenir la ingesta de mercurio, ya que está en cualquier parte. Se sabe que los peces más grandes contienen más mercurio precisamente porque consumen otros peces que ya cuentan con él y acumulan más porque viven más tiempo.

La Agencia de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos señaló en 2004 que no es recomendable eliminar el pescado en las dietas de los más pequeños, aunque es preferible evitar la caballa fresca, el tiburón, el pez espada y el blanquillo. Además, algunos amplían esta lista al atún fresco o congelado, salmón, jurel, pargo dorado, mojarra o corvina. Por su parte, los palitos de pescado no contienen mucho mercurio, pero por contra, no tienen los nutrientes tradicionales de omega-3.

En caso de ser vegetariano o de no tolerar el pescado, sus nutrientes se encuentran en gran medida en algunos alimentos que podemos tomar como sustituto. Por una parte, los aceites derivados del pescado suele contener una digna proporción de este nutriente, así como algunas especias como orégano, albahaca, clavo, hojas de uva o mejorana. También verduras como el brócoli, la lechuga romana, la coliflor y la col de Bruselas, los guisantes y las espinacas o la carne de cordero o res. Por último, las nueces y los anacardos, el tofu o frutas como el aguacate y la fresa también colaborarán a esa inteligencia que nos prometieron si tomábamos pescado.