Es fácil reconocer los síntomas de una deshidratación extrema, especialmente cuando realizamos deportes o ejercicios. Sin embargo, a veces podemos llevar una hidratación deficiente, cuyos síntomas solemos atribuir a otras causas.

Una hidratación deficiente afectará directamente nuestra salud física e intelectual, agotando nuestras reservas de energía rápidamente. De igual manera, la resequedad de la piel y los ojos puede deberse a este factor.

Otro síntoma de una mala hidratación es la congestión crónica que se genera a causa de la falta de líquido en el organismo, así como del dolor de cabeza y algunos problemas arteriales.

Este tipo de deshidratación leve puede llegar a complicarse si no hacemos nada por cambiar nuestros hábitos. Lo mejor será reemplazar bebidas deshidratantes, como el café, el alcohol y las gaseosas por cantidades de agua adecuadas.

El consumo promedio de toda persona saludable es de dos litros diarios. Si practicas deporte, consulta con tu entrenador o nutricionista, por programas de hidratación específicos para cada actividad.