“Ese beneficio reducido debería incluir efectos adversos y costos mínimos en cada caso, y la evidencia solo respalda un período de uso relativamente corto”, indicó la doctora Marian S. McDonagh, de la Universidad de Ciencia y Salud de Oregon en Portland.

La metformina está aprobada para el tratamiento de la diabetes tipo 2 en adultos y niños mayores de 10 años, pero cada vez se utiliza más para contrarrestar la obesidad infantil.

“Nuestro objetivo es que los* médicos y los padres cuenten con información precisa *y sin sesgos para decidir sobre el uso de la metformina en niños obesos”, dijo la autora.

El equipo de McDonagh revisó 14 ensayos clínicos aleatorios para evaluar la seguridad y la efectividad de la metformina en el tratamiento de 946 participantes, de entre ocho y 18 años, sin diabetes y con IMC de entre 26 y 41 puntos.

Los niños tratados con metformina habían adelgazado 3,77 kg más y habían perdido 1,4 puntos más de IMC que aquellos tratados solo con cambios del estilo de vida.

Sin embargo el IMC promedio inicial era de 33, la reducción registrada superaba apenas por un 3,6 por ciento a la obtenida con la dieta y el ejercicio únicamente, lo que no alcanza el valor necesario para obtener beneficios prolongados.

“Los análisis de los subgrupos sugieren que habrían niños más beneficiados que otros, como aquellos con un IMC mayor que 35, 12 años o menos y sin problemas de respuesta a cambios del estilo de vida previos”, señalaron.

“La evidencia es insuficiente como para examinar completamente esos subgrupos o tener en cuenta algunos de los potenciales factores confundentes más importantes (por ejemplo, la pubertad)”, indicó el equipo para Reuters.

“Aun así, existirían casos en los que no debería utilizarse: proporcionar una sensación de éxito en el corto plazo que podría obtenerse con cambios del estilo de vida, incluida la familiar, sostenidos en el largo plazo”, aclaró McDonagh.