Las personas que son generosas viven más años, tienen menos enfermedades y son más felices, afirma un estudio en el ámbito de la Geriatría por los expertos de la Universidad de California. Además, cultivar la gratitud en la juventud reduce el riesgo de sufrir depresión en la vejez.

Al contrario de lo que comúnmente se piensa, la búsqueda del éxito profesional y la propia comodidad no conducen necesariamente a la felicidad en la etapa final de nuestra vida. Las personas más dichosas serían, por lo tanto, aquellas que se dan a los demás y que practican la generosidad, especialmente, con su propio tiempo.

“La generosidad en sí misma no tiene nada que ver con el dinero. Se trata de dar nuestro tiempo y estar verdaderamente interesado en los demás, lo que nos hace a nosotros mismos más interesantes”, indica la profesora especializada en el Área Geriátrica de la Universidad de California, Kerry Burnight.

Asimismo, los expertos señalan que “la generosidad, la gratitud y la sabiduría son cualidades que se relacionan de forma directa con una vida más larga y con menos enfermedades, así como con un menor riesgo de sufrir depresión durante la vejez”.

En este sentido, destacan que los ancianos que han practicado la generosidad durante su juventud se sienten más satisfechos. “La gratitud, que ayuda a las personas a superar sus dificultades, se traduce en un sentimiento de satisfacción que se hace especialmente necesario durante la etapa final de nuestras vidas”, añade Burnight.

De hecho, la generosidad y la gratitud son cualidades que los psicólogos Christopher Peterson y Martin Seligman describen como indispensables en el camino hacia la felicidad.

En concreto, los líderes en el movimiento de la psicología positiva, destacan seis grandes virtudes comunes a la gente feliz: sabiduría y conocimiento, coraje, humanidad y amor (generosidad, bondad), justicia (responsabilidad social y ciudadana), templanza (evitar los excesos) y trascendencia (espiritualidad, perdón y gratitud).