El doctor Asier Sáez-Cirión, del Instituto Pasteur de París, decidió hace un tiempo hacer un seguimiento especial de pacientes con VIH : se concentró sólo en aquellos que habían comenzado a tratarse entre los 35 días y las 10 semanas siguientes a contagiarse.
El grupo estaba compuesto por 70 personas. De ellas, la mayoría terminó dejando el duro tratamiento con drogas antirretrovirales algunos años después de comenzar. Una vez que abandonaban, el virus volvía a tener la misma fuerza que antes de empezar.
Sin embargo, Sáez-Cirión notó que 14 personas (4 mujeres y 10 hombres) habían dejado los medicamentos a los tres años, pero con tanto éxito que el virus prácticamente había desaparecido del organismo. Si bien aún quedaban vestigios, su incidencia era tan baja que las propias regulaciones naturales del cuerpo lo mantenían bajo control.
En promedio, ya pasaron 7 años desde que los pacientes dejaron el tratamiento (en algunos casos van 10 años), y el VIH se mantiene absolutamente contenido.
Esta esperanzadora noticia se suma a la conocida días atrás, que daba cuenta de que habían logrado curarle el virus a un bebé. Allí también la clave había sido la rapidez del tratamiento: los médicos comenzaron a suministrarle tres tipos de antiretrovirales ni bien nació.
Sáez-Cirión admite que la atención temprana no funciona para todo el mundo. Pero si se generalizara una efectividad similar a la que se verificó en el grupo de personas que estudió (del 20 por ciento), sería una alternativa muy importante para los portadores.
“El tratamiento temprano tiene tres beneficios: limita la reserva de VIH que puede persistir, limita la diversidad del virus y preserva la respuesta inmunológica”, aseguró Sáez-Cirión.
De todos modos, para que pueda darse la atención temprana, el paciente tiene que tener síntomas temprano del virus, y lamentablemente, eso no ocurre en muchos casos.
Fuente: Infobae.com