Los investigadores llegaron a esta conclusión gracias al uso de la termografía, una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina.

En ese sentido, se ha descubierto que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales.

De tal modo, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada “ínsula” que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales, pero no se activa cuando no los hay.

Fuente: 20minutos.es

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