Los diagnósticos psiquiátricos no sólo son científicamente inválidos, sino que también son dañinos.

Además, tendemos a prescribir soluciones farmacológicas antidepresivos y ansiolíticos pese a sus efectos secundarios y la poca evidencia de su efectividad.

La última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, conocido como DSM-5, tan sólo empeorará las cosas porque rebajará muchos umbrales de diagnóstico y aumentará el número de personas clasificadas como enfermos mentales.

El diagnóstico del nuevo “Desorden de Desregulación Disruptiva del Ánimo” convertirá los arranques de mal genio de los niños en síntomas de una enfermedad mental.

El duelo normal se convertirá en un “desorden depresivo de importancia”, lo que significa que se prescribirán más medicamentos para el luto.

Los criterios de diagnóstico de un “desorden general de ansiedad” serán relajados haciendo que las preocupaciones de la vida diaria puedan ser tratadas con medicación.

La rebaja de los criterios de diagnóstico incrementará el número de diagnósticos del Trastorno por Déficit de Atención en adultos, lo que llevará a un aumento de la prescripción de medicamentos estimulantes.