Cada vez es más frecuente que los pacientes de alto riesgo de cáncer decidan quitarse un órgano sano antes de enfermar. Los avances en genética permiten identificar a los portadores de esa mala herencia y cuantificar el peligro.

Entre el 5 y el 10% de todos los tumores son hereditarios, pero los de mama, colon y ovario concentran el 90% de las consultas en países como España. A estas unidades acuden personas que ven cómo el cáncer toca poco a poco a sus allegados.

Mujeres que han vivido los estragos del cáncer de mama en su madre y en sus hermanas, o familias donde los tumores aparecían a edades relativamente jóvenes, son quienes acuden a estas consultas para conocer errores en su ADN.

En Estados Unidos es una opción muy extendida, y en el resto de Europa con una buena cobertura sanitaria que garantiza revisiones periódicas, hace que los pacientes no se decidan tan pronto por las soluciones más radicales.

Vigilancia o cirugía

“Cuando conocen su riesgo, la mayoría de los pacientes de riesgo oncológico decide vigilarse al máximo y esperar, aunque hay síndromes hereditarios como la poliposis adenomatosa familiar en la que es casi obligatorio quitar el colon antes de cumplir los 30 años para eludir el cáncer. La incidencia de esta enfermedad es muy alta y los que poseen la mutación tienen casi un cien por cien de posibilidades de desarrollar tumores en el colon”, explica Pedro Pérez Segura, responsable de la Unidad de Consejo Genético del Cáncer del Hospital Clínico de Madrid.

La decisión también está marcada por la experiencia vital de cada paciente. “Quien ha visto cómo han muerto sus seres queridos no lo duda. Distinto es quien ha tenido familiares a los que se les ha tratado a tiempo y han superado el cáncer”, agregó el galeno.

El nivel cultural también influye: “Cuanto más culto, más activo es el paciente y prefiere no quedarse de brazos cruzados mientras evoluciona su enfermedad”, dice este oncólogo.

Fuente: Lne.es