En promedio, sabemos cuántas debemos ingerir y qué tipo de alimentos “limitar”. Lo que muchas veces no notamos es cómo una etiqueta nos puede hacer creer que estamos comiendo una cosa, cuando en realidad la historia es muy distinta.

Muchos de los productos enlatados que compramos nos indican qué contienen, pero a veces no sabemos cómo leer correctamente la etiqueta.

Tamaño de porción: Es de suma importancia que te fijes en el tamaño de la porción que te describen. Si tienes una bolsa de papas de 250 g y el tamaño de la porción es de 10 g tienes que multiplicar toda la información que contenga la etiqueta por 25. Suena muy obvio, pero en ocasiones pasamos por alto todo lo que comemos.

La misma etiqueta te debe decir cuántas porciones contiene el empaque para que puedas hacer tu cálculo. No te dejes llevar sólo por el número de calorías que viene escrito. Como referencia, 40 calorías son pocas, 100 calorías es una cantidad moderada y más de 400 calorías es demasiado.

Conoce lo que comes: Si lo que estás comiendo tiene más de 15 g de grasas totales, más de 30 mg de colesterol o más de 500 mg de sodio, lo más probable es que sea malo para ti.

Las etiquetas te dan dos números: uno en gramos y el otro en porcentaje. Si tu snack contiene 30% del porcentaje sugerido diario de grasa, y encima son tres porciones por bolsa y te la terminas, ya ingeriste todo lo que debías comer en el día.