¿Hasta qué punto estamos expuestos a las sustancias contaminantes que se forman al refinar para procesar alimentos? No hay una única respuesta, si bien los expertos aconsejan minimizar la aparición de esos procesos.

El debate lleva muchos años encima de la mesa y se ha visto agitado últimamente con gestos como el de las principales cadenas de supermercados en España, que han empezado a reclamar a la industria que deje de usar aceite de palma y, si no es posible, que al menos tenga certificada su producción sostenible.

Problemas de deforestación aparte, inquietan los posibles riesgos a la salud. Pero no por el consumo directo de aceite de palma, más barato que otros y totalmente inocuo cuando se toma crudo como hacen en países productores de Asia, África o América Latina.

Lo que interesa conocer es el impacto que pueda tener la exposición a sustancias contaminantes, capaces de introducirse en los alimentos mediante el refinado de aceites vegetales a altas temperaturas.

Así se arrebata al aceite de todo sabor y color, convirtiéndolo en un material que aporta una consistencia especial a bollos, dulces, chocolates y otros muchos alimentos procesados.

Salvo con el aceite de oliva virgen, en el procesamiento de los demás aceites se encuentran compuestos contaminantes, pero los mayores niveles se dan en el de palma, explica a Efe Markus Lipp, de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Lipp pertenece a la secretaría del comité mixto de expertos de la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) que analiza los aditivos y las sustancias tóxicas presentes en los alimentos.

Su última evaluación en relación con el aceite de palma no vio motivos de preocupación para los adultos. Apenas representa una parte “diminuta” de todo lo que se ingiere normalmente.

“Buscar contaminantes específicos en ese aceite no quiere decir necesariamente que todo lo demás no tenga riesgo”, afirma el experto, que recuerda que existen otros problemas como la obesidad y la diabetes asociados a la alimentación, y que el riesgo está en comer demasiado de aquellos alimentos que puedan contener sustancias contaminantes.

¿Cuál sería entonces la mejor recomendación para los consumidores? En general, dice, seguir una dieta variada.

Eso no evita que haya grupos de riesgo como los niños. Siendo más pequeños comen proporcionalmente más que los adultos y su exposición a ese tipo de sustancias en función de su peso corporal es mucho mayor.

Una atención particular merecen las fórmulas para bebés. “La mayoría de los padres solo sigue una marca y cuando encuentran una fórmula que funciona no quieren cambiar, pero, si ésta usa aceite de palma, quizás tienen algún tipo de riesgo bajo las circunstancias actuales”, sostiene Lipp.

Precisa que el comité de la FAO y la OMS recomienda continuar los trabajos para minimizar todo lo que se pueda la existencia de contaminantes y proteger a ese “pequeño segmento de la población leal a marcas específicas con una exposición más alta”.

En Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) reveló que entre 2010 y 2015 se redujeron a la mitad los niveles de ésteres de ácidos grasos de glicidilo (GE), una sustancia con suficientes evidencias de ser cancerígena hallada en aceites de palma procesados.

En el descenso influyeron las medidas voluntarias de los productores, según la agencia, con sede en Italia.

Un portavoz de la EFSA detalló que recientemente han decidido abrir una nueva evaluación sobre otro contaminante conocido como 3-MCPD, a lo que exponerse de por vida podría poner en riesgo los riñones y el sistema reproductivo masculino.

Hasta ahora la EFSA consideraba que su ingesta diaria tolerable era de 0,8 microgramos por kilogramo de peso corporal, cinco veces menos que lo establecido por el último estudio del comité de la ONU, cuyas conclusiones diferentes han llevado a replantear su opinión.

Con otra sustancia (2-MCPD), la EFSA no pudo concretar los posibles riesgos por falta de datos, añadió el portavoz.

Los informes, con modelos distintos, se basan sobre todo en estudios en animales con los que se estiman los posibles efectos en los seres humanos.

Las evaluaciones de los riesgos y los consejos científicos sirven de referencia a las autoridades de los países para legislar e imponer límites en los alimentos para un consumo seguro.

En Estados Unidos, por ejemplo, la Administración de Alimentos y Medicamentos ha autorizado con restricciones el uso de aceite de palma como sustituto de la manteca de cacao y sigue con atención los nuevos estudios con vistas a proteger la salud pública. Pero de momento parece que la pugna se decide entre marcas.

Fuente: EFE

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