Nueve de la mañana del 29 de septiembre de 1934, el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana abre sus puertas para enseñar, treinta años después de que se colocara su primera piedra, la que es hoy la gran casa de las artes en México.

Casi ochenta años después, un guía del museo pregunta a los asistentes a una visita turística: “¿cuántas toneladas pesa el Palacio?”. Tras una lluvia de respuestas, llega la correcta: 87.500 toneladas, algo que quizás equivaldría al valor de todo lo que allí se ha vivido, si pudiera medirse en kilos.

El arquitecto italiano Adamo Boari fue quien lanzó la mejor propuesta, un edificio “majestuoso, con invernaderos, esculturas” y con “un promedio de cuatro años de construcción” y 4.190.000 pesos de presupuesto.

La primera piedra sobre aquel solar ubicado en la esquina de Lázaro Cárdenas y la Avenida Juárez, que antes había sido casona, convento o fábrica de telas, se puso en 1904.

Allí han sido recibidos los cortejos fúnebres de Frida Kahlo, Mario Moreno “Cantinflas”, María Félix, Octavio Paz, y hace unos meses se tiñó de mariposas amarillas para despedir al nobel colombiano Gabriel García Márquez.

Han sido numerosos los eventos que las instituciones culturales han organizado para celebrar estos 80 años y serán muchos más los que vengan, pues pese a que el edificio se hunde entre dos y tres centímetros al año, son muchos más los metros que permanecen sobre la tierra.