En EE.UU. hay muchas colecciones de arte fruto de la pasión pictórica de las grandes fortunas del siglo XX, pero no existe ninguna como la Barnes Foundation de Filadelfia, una muestra en la que se combinan de manera asombrosa obras maestras de Cézanne, Picasso, Matisse, Modigliani o Van Gogh.

Barnes fundó el museo en 1922 en un palacete en la pequeña localidad de Merion, a media hora de Filadelfia, con el objetivo de albergar las obras que iba adquiriendo en sus viajes por todo el mundo, especialmente en Europa.

Pero este químico de profesión no era un coleccionista al uso. Curiosamente, se había hecho rico al desarrollar y comercializar un medicamento contra la gonorrea a comienzos del siglo XX, y vender la compañía justo antes de que se popularizasen los antibióticos.

Su idea del arte tenía que ver más con la educación en el sentido más filosófico del término y consideraba que la mera contemplación de las obras de estos genios de la pintura equivalía a asistir a la universidad de la vida.

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