“Si queremos que el mundo siga cambiando, que la humanidad siga derrotando a todos los grandes demonios que hacen la vida difícil o insoportable para mucha gente, necesitamos literatura, esa fantasía que nos saca de la realidad tal como es y nos acerca a la realidad tal como quisiéramos que fuera”, dijo el peruano Vargas Llosa.

El Nobel de Literatura de 2010 inauguró este domingo junto al israelí Grossman el Salón Literario “Carlos Fuentes” de la XXVII edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), ante cientos de lectores y escritores reunidos en el auditorio “Juan Rulfo” de la Expo de esa ciudad del oeste de México.

Provocador, el escritor peruano dijo que era “una terrible insensatez pensar que las humanidades son una mera distracción, un entretenimiento”, cuando en realidad “despiertan en nosotros muchas cosas”.

“Quienes piensan que la educación debe centrarse fundamentalmente en lo científico y en lo técnico (…) creo que están trabajando por que se vuelva realidad esa pesadilla orwelliana de una sociedad modernísima, de autómatas, sin espíritu crítico y totalmente subordinados y conformistas a una realidad totalitaria”, apuntó.

El novelista se sinceró con un auditorio al señalar que cuando con cinco años aprendió a leer, que fue “la cosa más importante que me ha pasado”, comprendió “que la vida, tal como uno la vivía, no bastaba” y que valía mucho la pena vivir de cerca los relatos y aventuras ajenas de los mundos de ficción.

Dijo que obras como “Los miserables”, de Víctor Hugo, grandes, inabarcables como la misma vida, marcaron su adolescencia “de una manera central” y ayudaron a organizar su vida “en muchísimos sentidos”.

“Estoy seguro de que los libros han sido la mayor influencia que he tenido en mis gustos, disgustos, pasiones, aficiones. Creo que han sido la fuente de las mayores enseñanzas que he tenido”, agregó.

A su lado Grossman, integrante de la delegación que ha acudido a la FIL 2013 con Israel como invitado de honor, señaló el enorme poder de los libros con el ejemplo de que “una ‘Anna Frank’ es suficiente para devastarte” y hacer entender a un lector la dimensión del Holocausto.

Vivimos en sociedades donde “no nos damos cuenta de cuánta manipulación del lenguaje hay alrededor de nosotros”, añadió Grossman, y señaló como una virtud la capacidad de los escritores de sospechar de las palabras.

“A veces creo que la única libertad que tenemos es la de describir nuestra tragedia con nuestras propias palabras”, agregó el autor de libros como “El abrazo” (2013).

Explicó que los escritores tienen el privilegio de poder al crear tratar “con los materiales mas relevantes” del ser humano para uno mismo y para su cultura en un mundo que “nos inunda de irrelevancias”.

Crítico con los medios de comunicación, “que son los que transforman a los seres humanos en una masa por el modo en que nos manipulan” en un “intento forzado de hacernos sentir que todos somos iguales”, recordó que un mismo libro cada lector lo lee “de un modo diferente”, lo que le enriquece y amplía su libertad.

Grossman consideró que la gran fortuna de hacer literatura es precisamente “poder hacer el mundo nuestro” y “darle nuestros propios, nombres íntimos”, y que los libros eran espacios “donde el arte y las cosas perdidas coexisten” ante la vida “atrozmente corta” que cada ser humano enfrenta.

Al término del acto, los dos escritores, ovacionados en varios momentos de sus intervenciones, moderadas por el periodista español Juan Cruz, recibieron una medalla cada uno de la viuda del escritor mexicano Carlos Fuentes, Silvia Lemus, presente en el acto, uno de los más importantes del programa literario de este año.

La FIL comenzó ayer y por sus salones pasarán hasta el próximo 8 de diciembre más de seiscientos escritores y 20.000 profesionales del libro dentro de un programa que este año. EFE