Una pequeña localidad del sur de Canadá consiguió pasar en una década de ser uno los puntos del planeta donde más tortugas morían atropelladas por vehículos a un modelo de conservación de estos reptiles.

Long Point, una reserva de la bioesfera de la Unesco situada en el lago Erie de los Lagos Superiores de Norteamérica, ocupaba hace una década el cuarto lugar en la lista mundial de mortalidad viaria de tortugas.

Rick Levick, uno de sus residentes y líder del proyecto de conservación, explicó hoy a Efe que entonces, unos 10.000 animales, entre reptiles, anfibios, mamíferos y aves, morían cada año atropellados por automóviles que circulan en la carretera de 3,6 kilómetros que separa la bahía de Long Point de una zona pantanosa.

Pero tras la concienciación de la comunidad, y con 2,7 millones de dólares canadienses (1,9 millones de dólares estadounidenses) proporcionados por organizaciones públicas y privadas, Long Point se ha convertido en un modelo de conservación de tortugas y serpientes.

Chantle Markle, bióloga de la Universidad McMaster de Canadá que ha liderado el proyecto para analizar la mortalidad de reptiles en la carretera, dijo a Efe que tras el cercado del camino, la mortalidad de tortugas ha disminuido un 89 % y la de serpientes un 28 %.

El estudio fue publicado hoy en la revista científica “The Wildlife Society Bulletin”.

La intervención se centró en colocar una valla a lo largo de la carretera para bloquear el acceso de los animales e instalar túneles bajo la carretera hechos con diferentes dimensiones y materiales para canalizar el paso de tortugas y serpientes.

En total, el proyecto ha consistido en la instalación de 12 túneles.

Markle explicó que el éxito de la intervención en Long Point es un “modelo que puede ser utilizado y adaptado en otros lugares que padecen elevado niveles de mortalidad viaria de animales que amenazan la biodiversidad de zona pantanosas”.

Levick dijo que parte de las lecciones aprendidas en Long Point y que se pueden aplicar en otros lugares fue la experimentación con distintos materiales para crear la valla.

Al final, el cercado se ha realizado con un plástico reciclado negro de gran grosor que es muy barato mientras que los túneles están producidos con un polímero que ofrece tanto luz como calidez, en comparación con el cemento habitual, condiciones necesarias para que las tortugas los utilicen.

Fuente: EFE

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