“Es muy probable que la razón por la que las galaxias pueden crecer solo hasta cierto punto radique en que todas ellas giran alrededor de un agujero negro que frena su evolución”, explicó en entrevista el astrofísico alemán Reinhard Genzel (Bad Homburg, 1952).

El corazón de una galaxia “siempre alberga sorpresas”, precisó Genzel, actual director del Instituto Max Plank de Física Extraterrestre a su paso por Madrid para ofrecer una conferencia sobre agujeros negros en la Fundación BBVA.

El científico, que demostró en 2008 la existencia del agujero negro Sagittarius A en el centro de la Vía Láctea tras 16 años de complejas investigaciones, cree que el interés del público no especializado por estos temas proviene de “la combinación de curiosidad con la necesidad de explorar y entender el entorno en el que vivimos, características todas ellas naturales del ser humano”.

En su opinión, “la gente se interesa por las cosas que no comprende” porque les “gusta el misterio”, aunque paradójicamente “la explicación de cómo funciona un agujero negro puede llegar a ser bastante simple”, ya que “todo depende de la cantidad de masa de un objeto y de la distancia respecto al mismo”.

Así, explicó que, para abandonar la Tierra, un cohete precisa de una inyección de energía que le imprima una velocidad de entre 30.000 y 40.000 kilómetros por hora “para superar a la gravedad, que es proporcional a la masa”.

Si el diámetro del planeta se redujera a un centímetro pero mantuviera la misma masa, “el cohete tendría que ser mucho más rápido” y, si se encogiera aún más, la velocidad debería aumentar proporcionalmente para poder abandonarlo.

“Si la masa se redujera a un puntito, la velocidad debería ser superior a la de la luz para escapar…, pero nada puede ir más rápido que la luz, así que el cohete ya no podría partir: ahí tienes el agujero negro”, sentencia con rotundidad.

Genzel ha recordado que los agujeros negros se forman a partir de estrellas supermasivas cuya vida acaba con una explosión, en la que existe un “pulso” entre las fuerzas nucleares que la mantienen y la gravedad, aunque “al final ella vuelve a ganar y todo se colapsa hasta el punto de que no puede escapar ni la luz”.

Estos objetos son desde hace años centro de debate entre los científicos por el papel que desempeñan en la evolución cosmológica y casos como el del Sagittarius A los han convertido en “laboratorios en los que estudiar la gravedad, la formación de estrellas y otros fenómenos físicos”.

Genzel considera que la exploración científica no tendrá final, porque “uno puede hacer grandes progresos, muchos descubrimientos…, y aún así hay que seguir trabajando duro porque siempre queda algo por explorar”.

Esto ha generado una auténtica “explosión de conocimiento científico” sobre todo en los últimos decenios, lo que este experto considera “aterrador” porque esta “enorme inflación de información” hace que cada vez sea más difícil estar actualizado y entender los nuevos descubrimientos en diversos campos.

“Yo mismo sé cosas hoy que no había descubierto hace un año, incluso hace un mes”, y eso dentro de su propio campo de investigación porque, como astrofísico, le “cuesta entender por ejemplo lo que hacen los físicos de partículas”.

Por ello, destaca el “importante papel” que desempeñan los periodistas especializados en estas materias, no sólo para anunciar las novedades a la sociedad sino para que esta comprenda qué significan.

“Si una persona no cree en la certeza de la Teoría de la Relatividad, le recomendaría que no vuelva a usar un GPS, porque funciona gracias a esa teoría, como otras muchas teorías que tienen su utilidad práctica en el día a día”, ha advertido, “y los periodistas científicos son los encargados de explicarlo”.

Eso sí, “la ciencia sólo ofrece verdades temporales”, porque el conocimiento “siempre está en expansión y en continuo cambio”, ha concluido.

Fuente: EFE

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