Lo de The Killers es una fiesta. Sus fans son fieles y cantan todas las canciones. Sí, todas. Por un momento, ya en el cuarto tema, uno parece no estar en un concierto en el Perú, donde la gente siempre asiste adormecida y no se conecta, porque la hinchada no deja de alentar a la banda de sus amores, como si fuera la primera vez, como si las nuevas y desconocidas canciones fueran igual de importantes que los hits que todos conocemos.

Ese es el gancho de The Killers, el trampolín que los ha llevado al éxito: La combinación de los estribillos de Brandon Flowers, las guitarras de Dave Keuning que uno puede cantar o tararear y el compás del tándem Mark Stoermer – Ronnie Vannucci Jr. que hacen que el bajo y la batería se vuelvan hipnóticos ante cualquiera. El resultado es baile puro y euforia, lo mejor que te puede dar el rock, ese llegado desde Las Vegas.

Con poco más de una década grabando discos y haciendo giras mundiales, The Killers ya sabe cómo hacer que sus shows no sean aburridos ni para los que no conocemos su discografía en pleno. La fórmula es simple, combinar sus hits más potentes con aquellas canciones nuevas o poco conocidas para hacer que el oyente entre en onda y no sienta que hay momentos tensos, porque no los hubo, ni siquiera para aquellos que sólo fueron a perder el tiempo.

El setlist fue centrado básicamente en su más reciente disco, “Battle Born”, pero los más perspicaces se habrán dado cuenta que sus primeros álbumes, el genial “Hot Fuss” y el celebrado “Sam’s Town”, tuvieron mayor protagonismo, y es que se trata de la mejor etapa del cuarteto, la que invita a la histeria colectiva de los “hardcore fans” y de aquellos que sólo fueron a escuchar el hit de la radio.

Lo de The Killers en el Nacional sirvió para reunir a los seguidores más fieles de la banda, esos que en el 2009 tuvieron que soportar a las chicas lindas y a los guapetones atraídos por “Human”, el hit de moda en Asia y alrededores. Ahora estuvieron los fans de verdad, aquellos que han demostrado que las segundas veces sí funcionan en el Perú, rompiendo con esa maldición que nos ha impedido ver a buenas bandas que ya han tocado antes en la capital.

El regreso de The Killers también ha demostrado que el destino del negocio de los conciertos en el Perú está en las “bandas nicho”, aquellas que son para 10 mil personas en promedio, las que no necesitan grandes estadios o arenas para recuperar la inversión de un promotor, esos grupos que atraen al público que realmente le gusta el rock en el Perú y que no sólo va a un concierto para tomarse la chela gratis que le regalan en el palco de una cervecería.

Juan Carlos Cabrera / @fugazvolatil