La portada del “Superunknown” (la cuarta obra de estudio de la banda lanzada en 1994) cubría el fondo del escenario en una tela que evocaba la otrora gloria del sonido acompañante de toda una generación, que trataba de hallar su camino entre algunos CD’s y muchos cassettes. A pesar de ello, y que muchos lucían polos de la banda y de otras del mismo género, la portada se fue bajando, haciendo que el fondo quede simplemente negro. Era muy temprano para empezar con la nostalgia.

Grande pudo haber sido la sorpresa también para los que estuvieron en el Estadio Nacional hace exactamente una semana, cuando se presentó Metallica. Ahora un espacio considerablemente reducido albergaría a la banda liderada por Chris Cornell, pero evitando odiosas comparaciones, y a favor de esta fecha, todos los asistentes gozaban de una equitativa visibilidad del escenario tanto en el campo como en la tribuna.

Los puntos de venta de la cerveza patrocinadora asemejaban el espacio a una discoteca o pub de campo abierto un poco más grande de lo usual. Poco antes de las 7:30 p.m. la gente seguía llegando de a pocos y los ánimos para ver a Cornell y compañía iban en aumento.

Quienes se atrevían a mirar su reloj, podían escuchar que a las 8:00 p.m. algunas voces hacían notar en conversaciones ligeras que ni siquiera la banda telonera salía para aplacar en algo la desesperación que iniciaba de a pocos. Diez minutos después llegaron los primeros silbidos de protesta. 8:15 p.m., y las pruebas de sonido de los instrumentos hicieron que muchos clamaran el inicio de algo que se ansiaba desde hace mucho.

El apagón en el escenario a las 8:20 p.m. hizo que el grito del público sea más unísono y prolongado, pero aún habría que esperar unos diez minutos tan solo por los teloneros, los Emergency Blanket. El plato fuerte venía mucho más tarde. Unos cuantos vítores “¡Olé, olé, olé, olé!, ¡Cornell Cornell!” fueron los primeros cánticos que tímidamente el público empleaba para dar comienzo a la presentación.

EMERGENCY BLANKET

Finalmente a las 8:30 p.m. hacían su ingreso los Emergency Blanket, demostrando desde la primera canción su poderío colando muy bien su sonido entre los fanáticos de Soundgarden. El garage rock e indie con rastros de grunge, sumados al tono vocal de Paco Holguín, resultaba similar al característico espíritu noventero y creaban un buen ambiente para recibir a la banda de Seattle.

Luego de un demoledor solo de batería por parte de Jeremy Castillo, los integrantes de Emergency Blanket aprovecharon para cambiarse y volver recargados con riffs de guitarras más trasgresores. Junto a los juegos de luces y los movimientos de caderas y pelvis de Holguín, la vibra de un concierto de rock propiamente dicho ya estaba plantado como una semilla voraz que crecería en su máximo esplendor al final de la noche.

La banda telonera concluyó su apoyo con “Warkaman te quechua”, y en pleno uso de su derecho a la euforia, Holguín decidió aproximarse al público para que lo carguen y le den un breve paseo. Su acto concluyó diez minutos luego de las 9 p.m. El cambio de instrumentos procedió a realizarse con apremio. Cerca de 12 asistentes jalaban y movían cables y equipos para buscar una presentación pulcra. La tela con la portada del “Superunknown” volvía a erigirse en el fondo alrededor de las 9:30 p.m. ante los aplausos extasiados de los asistentes.

Cinco minutos después, las palmas llamaban a Chris, a la vez que unas canciones sombrías y apenas audibles convertían a los presentes en pacientes postrados en la sala de espera de un hospital al que habían acudido para una cita que depararía el mejor de los tratamientos, buena música.

SOUNDGARDEN TOMA EL ESTADIO NACIONAL

Alrededor de las 9:40 p.m., ingresaría a escena primero Matt Chamberlain tomando de inmediato su lugar estratégico en la batería. Luego harían los mismo Ben Shepherd, Kim Thayil y Chris Cornell. La noche inició con “Searching with my good eye closed”, el séptimo track de de su tercer disco “Badmotofinger” (1991).

Luego de agradecer al público asistente, y hacerles recordar que eran los primeros del tour latinoamericano, siguió la más popular “Spoonman”, la cual aperturó las corrientes de energía e hizo que todo objeto (incluyendo las propias prendas) retumbe con las ondas sonoras.

Con el tercer tema, “Let me drown” Cornell empezó a buscar la interacción haciendo que el público repita los coros. Llegó “Rowing”, presentándola como parte de su más reciente producción “King Animal” (2012) y ganando más la confianza del público, los instó a que lo acompañen aplaudiendo con las manos en todo lo alto y de modo pausado.

Cuando llegó “Black hole sun”, todos procedieron ipso facto a entonarla moviendo las manos en alto demostrando que se trata del tema más popular de la banda. Además de dejar en claro que escucharla produce un efecto de letargo placentero y casi espiritual.

EUFORIA A FLOR DE PIEL

Antes de entonar “Jesus Christ pose”, Cornell volvió a jugar con el público pidiéndoles que griten más y más fuerte. Con esta canción, la psicodelia con reminiscencias de surf rock invadió a los asistentes. Chris buscó la resonancia y distorsión enfrentando su guitarra contra un amplificador que tenía a su izquierda. Luego volvió a enfrentar sus cuerdas contra el apoyo del micrófono, otorgando el sonido sucio que habíamos ido a escuchar.

El fiel público apoyó a la banda una vez más entonando el coro de “Outshined”, durante la cual Cornell nos regaló alaridos igual, o más potentes, que los rasgueos de Thayil. Luego de hacer una mención sobre el vigésimo aniversario del “Superunknown”, Cornell presentó el siguiente tema de la noche “Beyond the wheel”.

Un inicio sombrío, más parpadeantes luces blancas que simulaban tubos fluorescentes en decadencia, fueron el marco para que Cornell alcance los agudos que lo caracteriza. Los mismos que transportaron a más de uno no solo a su primera experiencia con la banda vía cassette o cintas VHS, sino también a un infierno rojo sin rastro de perdón donde el sudor impera. Y cada vez que repitió la palabra “Flesh! Flesh! Flesh!”, se podía asegurar que eran pasos firmes y seguros a la tragedia. Bastó solo con que Cornell levante los puños en señal de victoria al finalizar la canción para que nos devuelva algo de esperanza. Por si fuera poco, agregó que habían esperado mucho tiempo para tocarla en Lima.

Sonó otra del “King Animal”, esta vez “Taree”, la cual fue presentada de manera algo plana que en ciertos momentos alcanzaba cierta fuerza y notoriedad. Pero que no llegó a causar tanto furor como las anteriores, sin embargo bastó para generar unos merecidos aplausos finales.

BIENVENIDO MATT CHAMBERLAIN

“¿Le dijeron hola a Matt?”, preguntó un sonriente Chris Cornell al respetable, agregando que era la primera vez que Matt Chamberlain tocaba con ellos en Lima. Pero antes de la presentación de su nuevo baterista ya había soltado la frase llena de suspenso: “Puede que recuerden esta”. Se trataba del tema “My Wave”, el clásico también perteneciente al “Superunknown” desprendió energía pura y exquisita tanto por parte de la banda como del mar de gente que la cantaba a sus pies. En cierto momento el pegajoso tema incluso permitió a Shepherd buscar la complicidad de su compañero Cornell dejando de tocar el bajo para realizar unos pasos de baile.

Era el turno luego de “The Day I tried to live”, la que desplegó luces en tono aguamarina solo por unos segundos, pues luego el escenario volvería a teñirse de rojo. “Been away too long” también de su reciente álbum “King Animal” siguió, no sin antes un mensaje bastante permisivo por parte de Cornell respecto al mencionado disco.

“Si son fans no tienen que comprarlo. Róbenlo, descárguenlo, pídanlo prestado, vayan a YouTube y escúchenlo completo”, pidió el líder de Soundgarden ganándose mucho más la simpatía de todos los presentes.

“Been away too long” fue aceptada rápidamente, entre otras razones por su ritmo rápido. Así cuando solicitó el acompañamiento de veloces palmas, el público respondió de manera instantánea. Soundgarden demostraba su vigencia no solo por tocar en vivo, sino por su capacidad de composición.

Sin bajar la guardia llegó “Blow up the outside world”, durante la cual se encendieron las luces laterales a la derecha del escenario cada vez que llegaba el coro y que resaltaba la mano derecha que Cornell alzaba poco después de haber enfurecido las cuerdas de su guitarra. Un movimiento que se repitió a lo largo de la noche. La canción logró prolongarse gracias a la audiencia por seguir repitiendo el coro.

“Fell on black days”, y “Non-State actor”, precedieron al más esperado “Superunknown” la que hizo saltar y mover las cabezas a varios desde los primeros acordes. Concluida la canción, Cornell levantó una bandera peruana que tenía el logo del “Badmotofinger” en lugar del escudo nacional, y la dejó reposando echada delante de la batería.

ESTALLIDO EN EL ESCENARIO

Con la llegada de “Pretty noose” quedó claro que estábamos ante un icono grunge, y es que Chris ya lucía los cabellos alborotados cubriéndole la cara y tocando agresivamente su guitarra. “Burden in my hand” inició in crescendo acompañada de las infaltables palmas, poco antes que Cornell decidiera jugar de nuevo con el público haciendo que repita sus cada vez más largos “Yeahs”.

Los gritos se enloquecieron cuando junto a las luces cenitales amarillas disparadas se escucharon las primeras notas de “Rusty cage”. En la parte intermedia Chris Cornell logró perpetuar las poses de un rockstar sacudiendo su melena. Se retiraron con el humo pintado de amarillo por las luces, y la guitarra eléctrica aún resonando de fondo. Eran las 11:38pm cuando el público pedía a gritos y palmas que vuelvan.

Minutos después regresaron para interpretar “Like suicide”, momento en el que pareció que Ben Shepherd ya se sentía más cómodo y en confianza con el público peruano, pues adoptó más su estatus de rockstar, abrazándolo con orgullo mediante movimientos en los que hundía la cabeza y medio cuerpo aferrándose a su bajo. Kim Thayil no se quiso quedar atrás y tocó sus cuerdas con los dientes en un par de rasgueos.

Poco antes de ofrecernos el tema final de la noche, “Slaves & bulldozers”, Cornell volvió a agradecer la concurrencia y energía que había demostrado el público peruano. “Son gente hermosa. Algunos de ustedes ni habían nacido”, agregó Chris sobre los inicios de la banda desde mediados de los 80’s. “Regresaremos muchas, muchas veces, gracias”, prometió extasiado.

Una vez que arrancó “Slaves & bulldozers”, la experimentación con los sonidos oscuros e impregnados de suciedad (el sonido característico de la banda) plagaron el horizonte del Estadio Nacional con manos que estiraban los dedos índice y meñique, el símbolo por excelencia del rock. Minutos después, eran puños que golpeaban el oscuro cielo limeño al compás del tema. Un banner gigante con el nombre del club nacional “Soundgarden Perú” se aproximaba al escenario, pero no llegó a captar la atención del vocalista pues estaba pensando en volver a enfrentar su guitarra con el amplificador. Realizado de nuevo su acto, creó un sonido de interferencia que ultrajó a todos y fue el fondo de su despedida con este público que lo veía por primera vez en vivo.

LA NOCHE DEL GRUNGE LLEGA A SU FINAL

“¡Lima, Dios los bendiga! ¡Nos veremos muy pronto! ¡Gracias!”, gritó Cornell antes de dejar el escenario a cinco minutos de la medianoche. Sin embargo el resto de la banda y el ruido dejado por su guitarra seguían prolongando el evento.

Kim Thayil puso su instrumento en el suelo y con desparpajo pisaba las cuerdas mientras sostenía en mano una lata de cerveza. Por su parte Shepherd después de seguir a ritmo con la distorsión, decidió ponerle punto final a su participación tirando al suelo su instrumento, ocasionando un golpe sonoro que elevó los ánimos. Thayil seguía sometiendo su instrumento a experimentación, y al igual que Cornell en dos ocasiones, lo colocó frente a un amplificador siendo el último en despedirse.

La distorsión se apagó, las luces se encendieron, la gente empezaba a retirarse cansada pero satisfecha. La noche del grunge tocado e interpretado por todo lo alto había concluido cerca de dos horas y media después de iniciarse, faltaban dos minutos para la medianoche.

Por: Xavier Alvarado (@xavier_alvarado)