El canto del Ruiseñor está más vivo que nunca. Con 69 años, menuda estatura pero la potencia de una voz privilegiada, el español Raphael brindó una emotiva velada en el Jockey Club del Perú, frente a 8 mil personas que corearon – aunque no cantaron, como él mismo lo dijo – inmortales temas de la música hispana.

Bastante temprano: 8:30 de la noche, el intérprete ibérico hizo su aparición. Por que no quería hacer esperar a su público y porque la noche prometía ser larga. “A veces me pregunto” marcó al pauta de lo que sería una gala íntima entre Raphael, un pianista, el escenario cubierto de pétalos de rosas y su público.

Por cerca de tres horas, el Divo de Linares recorrió sus grandes clásicos, y celebrando a su “compositor fetiche” Manuel Alejandro. Para destacar, grandes canciones como “Mi gran noche”, “Digan lo que digan”, “Maravilloso corazón”, “Payaso”, entre otras.

El público soportó el inclemente frío otoñal que helaba la espina dorsal, pero con el mismo efecto de una cálida chimenea, Raphael calentó el alma de sus admiradoras quienes se entregaron a los gritos, aplausos, cantos y le arrojaban rosas al escenario.

A DÚO CON GARDEL

La velada trajo grandes momentos, quizás uno para recordar fue cuando el cantante prendió una vieja radio que tenía en el escenario. “Les quiero presentar a mi radio de los años 30. en ella se pueden escuchar cosas maravillosas”, dijo el Ruiseñor mientras la voz del inconfundible Carlos Gardel interpretaba las primeras líneas de “Volver”, canción que fue cantada por el mismo Raphael junto a la grabación del Maestro del Tango.

Bien es sabida la admiración del español por nuestra cantante de bandera Chabuca Granda, y no pudo ser mejor homenajeada que en los dedos del “Manos de Oro” Julián Jimenez, quien subió al escenario para darle a la guitarra de forma magistral mientras el cantante interpretaba “Chabuca Limeña” y “Cuando llora mi guitarra”.

DE GIRA POR EL PERÚ

Cómo dijo en su conferencia de prensa, Raphael expresó su deseo de cantar en todos los rincones de nuestro país. Ese mismo deseo, lo hizo expreso durante su show. Primero, bromeó con los asistentes antes de interpretar “Estar enamorado”, diciéndoles que no se sabían sus canciones. Hizo la prueba, dejó cantar al público y no podían mantener la letra completa.

“Hagamos algo. Ustedes se aprenden lo que puedan, yo me aprenderé lo que pueda y el año que venga de gira por todo el Perú la cantamos todos”, sentenció entre risas para completar la canción.

La noche terminó con aquella canción que lanzara a la fama a la fallecida Estela Raval, y cuya muerte recién fue anunciada al músico en su conferencia de prensa en nuestro país. Para la legendaria voz de los Cinco Latinos, Raphael vibró con el sentimentalismo de “Balada Triste de Trompeta”.

Por tres horas, el menudo cantante dejó el alma en su escenario. Con sus falsetes y pasitos característicos, transmitió toda la personalidad del divo que es, en escena. Sin duda, los miles de presentes aguardarán ansiosos hasta que el Divo de Linares regrese y le grite a Lima que la ama con la fuerza de los mares, el ímpetu del viento, en la distancia, en el tiempo, con su alma y con su carne. Hasta ese entonces, el canto otoñar del Ruiseñor, seguirá vibrando en nuestros corazones.

Robinson Reyna

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