Por: Robinson Reyna

@rob_core en Twitter

Como un equipo de fútbol que no necesita suplentes, los once miembros de Rock N Roll All Stars dieron cátedra del mejor rock hecho a la antigua, directo a la sien y sin dar tregua. La selección de luminarias del rock and roll mundial hizo temblar los cimientos del Jockey Club del Perú en una noche inclasificable en la Escala de Richter.

Afuera del Jockey, el tráfico se hacía insostenible por la llegada de más de 10 mil rockeros a la sacra ceremonia donde rendirían pleitesía a los dioses de la música pesada. Finalmente a las 9:00 de la noche, el grito de guerra dio la alarma en el recinto para avisar que se venían dos horas de frenesí.

LIMA, LA JUNGLA DE CEMENTO

El primer equipo en romper la baraja fue el conformado por Gilby Clarke en guitarra, Steve Stevens en guitarra solista, Duff McKagan en bajo, el inamovible Matt Sorum en la batería y la chirriante voz de Sebastian Bach para abrir con la peligrosa ‘Welcome to the Jungle’ de Guns N’ Roses. “¡Buenas noches Lima! ¿Aquí en Perú quieren rock n’ roll?”, dijo Bach mientras animaba al público gritando: “¡Lima! ¡Lima! ¡Lima!”

“…I’m gonna bring you down – HA!” y de inmediato la banda tocó otro clásico de los Guns : “It’s so easy” llegó no sólo en la voz de Sebastian que nos hizo recordar al más irreverente Axl Rose de los ochentas, sino que además veneró una bandera peruana que se lanzó desde el público. La fiesta recién comenzaba.

El más emblemático vocalista que tuvo Skid Row no podía irse de escena sin regalarnos uno de los tantos clásicos de su pesada exbanda. Fue así como “Youth Gone Wild” de su álbum homónimo, sacudió nuestras cabezas al ritmo rebelde de 1989, año en que fue lanzada la producción.

ESTRELLA PÚRPURA

Como relevo de Bach, el legendario Glenn Hughes –exbajista de Deep Purple y exvocalista de Black Sabbath- salió a escena para unirse a Billy Duffy en la guitarra y Mike Inez en el bajo. “Lima, ¡I’m fucking love you!”, dijo el veterano cantante para demostrar que a su edad aún conserva la característica voz que le valió estar en las filas de la más emblemática de las bandas de heavy metal.

Tras cantar “Whole Lotta Love” de Led Zepellin y “Wild Flower” de The Cult, Hughes hizo que se nos ericen los vellos con su agudísima voz y el característico riff de “Highway Star”, una joya reconocida a nivel mundial. Glenn tenía voz para rato, y continuaron en el repertorio “Fire Woman” de The Cult y “Burn” de Deep Purple.

El grunge sonó más vivo que nunca cuando tocó el turno de Ed Rolland, para hacernos mover la melena con “Man in the Box” de Alice in Chains. Si bien nunca existirá reemplazo para el fallecido Layne Staley, la dupla Rolland-Hughes convenció al público. El momento de Ed continuó con “Shine” de su banda Collectivo Soul.

Una de las canciones que más esperó el público y que no fue cantada, sino gritada a viva voz, fue “Rebel Yell” de Billy Idol. El virtuoso Steve Stevens revivió las mejores épocas con un punteo que voló hasta el espacio.

Seguidamente “Tie your Mother Down” de Queen se escuchó en todo el recinto.

LA MARCA DEL LEOPARDO

La lluvia de estrellas seguía llegando. Tras una hora de show, era el turno de que el vocal de la banda con el baterista manco dijera presente. Joe Elliot abrió su presentación con “Animal” de Def Leppard, acompañado de Mike Inez que tomaba el bajo y Billy Duffy en las seis cuerdas.

“Pour Some Sugan on Me” fue la siguiente, y esta vez Elliot contó con el soporte del entusiasta Sebastian Bach que volvía al escenario sonoramente reverenciado. “All the Young Dudes” de David Bowie, acompañada del nostálgico coro del público, se sumó.

Las puertas del cielo se abrieron para el bajista Duff McKagan y el guitarrista Gilby Clarke quienes pusieron la nota acústica con la canción de Bob Dylan –también versionada por Guns N’ Roses- “Knockin on Heaven’s Door”. Matt Sorum dejó las baquetas un momento y se sumó con la pandereta.

MACHU PICCHU EN EL CORAZÓN

La noche deparaba un par de emociones más. Una de ellas fue ver al exlíder de Skid Row, Sebastian Bach, reaparecer en el escenario con un polo de Machu Picchu. Tras lanzarle barras a la ciudadela Inca, el cantante resaltó la belleza de nuestro país y la popularidad de nuestra maravilla mundial.

Pero no sólo el homenaje a Machu Picchu hinchaba nuestro corazón. La energía reaparecía en el escenario, y fue Sebastian el encargado de reventar nuestros tímpanos con la poderosa melodía de “Paradise City”.

El pogo empezaba a intensificarse. Los ánimos se sulfuraban. El Jockey Club se había convertido en una fiesta libertina donde las reglas no existieron y el público se entregó a sus instintos. Aunque no todos, pues a mi lado una señora me pedía que no la “empujara” durante el pogo. “Seño’, por si acaso el concierto de Roberto Carlos ya fue ayer”, respondí.

ESTA NOCHE ES “LA” NOCHE

El concierto iba llegando a su fin. Se completaban dos horas de adrenalina pura y nostalgia reservada. Pero aún faltaba la presencia de un hombre. Aquel que puso de vuelta y media nuestro país bailando huayno, visitando al presidente y grabando escenas de su reality show en pleno Centro de Lima: Gene Simmons y su espectacular bajo en forma de hacha hacían su ascenso. “Hola Lima. ¿Cómo están mis patas? Esta noche es la noche”, dijo Simmons masticando un gracioso español.

Cabe precisar como anécdota que cuando Simmons terminó de saludar, un asistente le gritó: “Tu mujer está buena” (en referencia a su esposa Shannon Tweed, exconejita y sensación de películas eróticas) a lo que Gene, quien aparentemente había entendido perfectamente el cumplido, respondió: “¡vete al carajo!”, desatando la risa de todo el público.

Con su característico sentido del humor, el diablo de Kiss arrancó con una rola de las más amadas por los fanáticos de los carapintada: Deuce. “¡Mis patas! Muchas gracias Lima, Perú. Ustedes son los rockstars, nosotros somos idiotas. Ustedes son los rockstars… yo trabajo para ti”, agregó el bajista haciendo reir una vez más a sus fans.

“Calling Dr. Love” y “Love it Loud”, en la voz de Gene, hicieron que por unos minutos nos olvidemos del entrañable Paul Stanley.

La noche tenía que culminar y el fin de fiesta no podía ser de mejor manera que con el himno parrandero “Rock and Roll All Nite”, que fue cantada por todos los músicos miembros de la selección Rock N Roll All Stars. Simmons dejó al público cantando por largos minutos para cerrar con el estribillo de la canción y una sentida reverencia con todos los músicos sobre el escenario.

Los Rock N Roll All Stars hicieron saltar, gritar, pogear, vibrar y revivir la música de ochentas y principios de noventas a un público que esperó oírlos desde siempre. El concierto terminó, la gente huye de regreso a casa para seguir con su rutina; sin embargo, desde lo más profundo de nuestro corazón, el rock sigue sonando al ritmo de nuestros latidos y obliga a que la juerga nunca se acabe “¡…And party every day!”