A ritmo de música negra, el cajón de Pepe Vásquez fue trasladado al Camposanto Padre Eterno, en el Agustino, donde se le dio el último adiós.

Una bandera peruana y la blanquiazul fueron flameadas con gran sentimiento en el momento que el cajón fue introducido en el nicho. Un mar de seguidores no dejaron de gritar: “Viva, Pepe Vásquez” y cantar el tan sentido “Jipi Jay”.

En medio de lágrimas pero con mucha energía, los que quisieron a Pepe Vásquez le hicieron sentir que siempre estarán en sus corazones. En ningún momento dejó de sonar el cajón y sonar los aplausos.

En los últimos minutos, su esposa Juliana Ramos se acercó para tocar el nicho. Los familiares colocaron una fotografía de Jesucristo para que lo cuide desde el cielo.

Siempre se pidió música, y es que la verdadera jarana se armó tras despedir al artista. Sin duda, su mar de seguidores y familiares saben que no es más que un hasta luego. Descansa en paz, Pepe Vásquez.